Respuestas
Respuesta:Había una vez un pirata al que le gustaba mucho dormir y poco trabajar. Así que, cada vez que podía, se echaba una siestecita, si era posible, donde no le viera nadie.
El capitán del barco estaba un poco harto de que el pirata dormilón se pasase el día dormido, así que decidió darle una lección.
Un día, aprovechando que el pirata dormilón estaba despierto, el capitán se dirigió a todos los demás piratas y les dijo:
-Mañana iremos a Isla Perdida a reparar el barco. Quiero que estéis todos atentos porque hay que hacerlo rápido.
Y así lo hicieron. Pero en cuanto bajaron, el pirata dormilón se buscó una palmera apartada y se tumbó un rato a la sombra.
En cuanto el capitán lo vio llamó a todos los demás piratas para que se subieran al barco y zarparon, dejando al pirata dormilón allí tirado.
Cuando el pirata dormilón se despertó y vio que no había nadie empezó a temblar de miedo. No se lo podía creer.
¿De verdad había dormido tanto? -dijo-.¿Por qué nadie se había acordado de mi?
El pirata dormilón estuvo las siguientes 24 horas si pegar ojo, esperando ver algún barco. Hasta que al final llegó el capitán a rescatarlo.
-La próxima vez que te vayas a dormir mientras tus compañeros trabajan te dejamos tirado. ¿Te ha quedado claro? -preguntó el capitán.
El pirata dormilón-Sí, señor -dijo el pirata dormilón.
Desde ese día el pirata dormilón no se busca excusas y cumple con sus obligaciones, como todos los demás. Se levanta con todos los demás y descansa cuando descansan los demás. Y el día que está cansado, en vez de quedarse con sus compañeros jugando a los dados, se acuesta un poco antes para descansar bien y estar fresco por la mañana.
Explicación:
espero te sirva
Respuesta:
EL PAJARITO PEREZOSO
Explicación:
Había una vez un pajarito simpático, pero muy, muy perezoso. Todos los días, a la hora de levantarse, había que estar llamándole mil veces hasta que por fin se levantaba; y cuando había que hacer alguna tarea, lo retrasaba todo hasta que ya casi no quedaba tiempo para hacerlo. Todos le advertían constantemente:
- ¡Eres un perezoso! No se puede estar siempre dejando todo para última hora...
- Bah, pero si no pasa nada - respondía el pajarito - Solo tardo un poquito más que los demás en hacer las cosas.
Los pajarillos pasaron todo el verano volando y jugando, y cuando comenzó el otoño y empezó a sentirse el frío, todos comenzaron los preparativos para el gran viaje a un país más cálido. Pero nuestro pajarito, siempre perezoso, lo iba dejando todo para más adelante, seguro de que le daría tiempo a preparar el viaje. Hasta que un día, cuando se levantó, ya no quedaba nadie.
Como todos los días, varios amigos habían tratado de despertarle, pero él había respondido medio dormido que ya se levantaría más tarde, y había seguido descansando durante mucho tiempo. Ese día tocaba comenzar el gran viaje, y las normas eran claras y conocidas por todos: todo debía estar preparado, porque eran miles de pájaros y no se podía esperar a nadie. Entonces el pajarillo, que no sabría hacer solo aquel larguísimo viaje, comprendió que por ser tan perezoso le tocaría pasar solo aquel largo y frío invierno.
Al principio estuvo llorando muchísimo rato, pero luego pensó que igual que había hecho las cosas muy mal, también podría hacerlas muy bien, y sin dejar tiempo a la pereza, se puso a preparar todo a conciencia para poder aguantar solito el frío del invierno.
Primero buscó durante días el lugar más protegido del frío, y allí, entre unas rocas, construyó su nuevo nido, que reforzó con ramas, piedras y hojas; luego trabajó sin descanso para llenarlo de frutas y bayas, de forma que no le faltase comida para aguantar todo el invierno, y finalmente hasta creó una pequeña piscina dentro del nido para poder almacenar agua. Y cuando vio que el nido estaba perfectamente preparado, él mismo se entrenó para aguantar sin apenas comer ni beber agua, para poder permanecer en su nido sin salir durante todo el tiempo que durasen las nieves más severas.