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1 no insultes
1. El combate contra la corrup- ción, especialmente cuando es descarada y se demuestra que es extendida, como en Guatemala, favorece posiciones y acciones conjuntas de amplios sectores (religiosos, empresariales, clases medias, trabajadores e intelectuales) para renovar al Estado y mejorar al país.
2. La lucha contra la corrupción debiera destacar su dimensión ética, moral. Implica tolerancia cero frente a la corrupción. Y mediante nuestro voto debemos castigar a los candidatos sindicados de corrupción y de falta de transparencia.
3. Hay dos patas básicas del Estado seriamente debilitadas por la corrupción. Son el financiamiento y los empleados públicos; son el capital financiero y el capital humano que el Estado requiere para operar. Ello justifica considerar a la SAT como objeto de atención prioritaria a corto plazo, especialmente a la luz de la crisis que ahora enfrenta. En segundo lugar debiera estar la reforma de la ley de servicio civil para que contemos con funcionarios públicos capaces, honrados, e independientes de intereses específicos.
4. La corrupción es incompatible con la existencia de una república. Una dimensión central de la república es el estado de derecho. Con corrupción generalizada y evidente, como ocurre actualmente en Guatemala, no hay estado de derecho: la república no existe. Luchar contra la corrupción es luchar por la república y por el estado de derecho, con la ley aplicable por igual a todos, incluyendo a funcionarios y a grandes empresarios.