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Ejercer bien la ciudadanía implica estar informado, compartir esa información, ser ético e incluso rebelde cuando acciones arbitrarias generan indignación.
Las 120 experiencias educativas que esta semana presentaron docentes y estudiantes de todo el país durante el Foro Nacional Competencias Ciudadanas, organizado por el Ministerio de Educación, mostraron que esos ingredientes son parte de la fórmula para hacer buenos ciudadanos.
También lo señalaron conferencistas nacionales e internacionales, sesenta en total, que participaron en este encuentro sin precedentes en el país, pues es la primera vez que durante una semana maestros, estudiantes y expertos se reúnen para hablar sobre cómo educar ciudadanos competentes e intercambiar experiencias.
Las conversaciones tuvieron lugar en Bogotá durante el Foro y en talleres posteriores que se realizaron en Bucaramanga, Cali, Cartagena, Florencia, Manizales y Medellín.
Estos encuentros se resumen en siete puntos que sirven de guía a padres y profesores, incluso de cualquier país, ya que lo importante es ser un ciudadano ejemplar sin importar en dónde se es.
El buen ciudadano...
1. Tiene identidad. Conocer la historia del lugar donde se vive sirve para estar identificado con él. Sin embargo, eso no significa aprender una historia sesgada, como suele ocurrir cuando es escrita por los vencedores. La versión de los derrotados también es importante. Así mismo, es necesario conocer lo bueno y lo malo, las fortalezas y debilidades del municipio, el departamento y el país.
2. Está informado. No basta con saber qué significan los colores de la bandera, quién escribió el himno nacional o cuántas constituciones ha tenido Colombia. Hay que saber cuáles son los derechos y los deberes que señala la Constitución Nacional, qué es el Derecho Internacional Humanitario, qué leyes se están tramitando en el Congreso, etc.
Incluso el ciudadano contemporáneo debe estar al tanto de lo que pasa en el mundo porque debe tener conciencia de la globalidad. Por ejemplo, si gana las elecciones George Bush tiene unas implicaciones para Colombia diferentes a si gana el demócrata John Kerry.
3. Es deliberante. El que delibera examina atentamente pros y contras de una decisión. No traga entero, analiza y pide razones y explicaciones, y las da cuando quiere convencer a otros.
4. Participa. Estar informado y ser analítico obliga a no quedarse con ese conocimiento. El buen ciudadano comparte sus saberes con los demás y toma parte de acciones que sirven a la comunidad. Además, está pendiente y alerta de los mecanismos de participación que existen en su entorno: colegio, empresa, conjunto residencial, etc.
5. Se rebela. Indignarse ante la arbitrariedad es una de las características más importantes de un buen ciudadano. Si se tienen claras las reglas del juego y estas se incumplen sin justificación, es obligación oponerse a ello. No se trata de recurrir a las vías de hecho sino a las de derecho o mejor, a las institucionales. Para ello es indispensable conocer cómo operan la tutela, las acciones populares, los derechos de petición y otros mecanismos que ayudan a las personas a ser oídas o incluidas.
6. Es ético. La moral es una cuestión complicada. Los narcotraficantes, por ejemplo, trastocaron valores como la amistad, el honor y la honestidad. En nombre de ellos asesinaron a cientos de personas. Por eso, es importante identificar los valores que son reconocidos por todos y después seguirlos al pie de la letra. La ética precede la técnica, la ciencia y el poder.
7. Vela por el bien público. Sus conocimientos, su posibilidad de participar, de rebelarse ante las arbitrariedades, lo obligan a buscar que prime el bien público sobre el particular. De igual forma, vela por el bienestar de los más débiles.
Fuentes: Leoluca Orlando, ex alcalde de Palermo (Italia); Manuel José Cepeda, magistrado de la Corte Constitucional; Antanas Mockus, filósofo y ex alcalde de Bogotá, y Bernardo Toro, decano de la Facultad de Educación de la Universidad Javeriana.
Cómo formarlos Dicen por ahí que la práctica hace al maestro, y en este caso el dicho viene como anillo al dedo.
No basta con cátedras y clases de ciudadanía, enseñar a los niños a ejercerla de manera ejemplar resulta más eficiente con la práctica. Los gobiernos escolares, los espacios de deliberación en el aula y la creación de proyectos que tengan impacto en la comunidad sirven para que los menores entiendan el significado de esa palabra.
Por ejemplo, los proyectos que buscan cuidar el medio ambiente o proteger a los más débiles (ancianos, huérfanos, etc.) ayudan a los niños a entender qué es ser buen ciudadano. No solo pueden hacerse, es obligación hacerlos , señaló Helen Haste, doctora en psicología de la Universidad de Bath (Inglaterra).
Haste también propuso que se les enseñe a manejar sus emociones para que no se dejen llevar por ellas