¿Qué es “la modernidad homogeneizante”? ¿Por qué es importante que las lenguas de los pueblos originarios le ofrezcan resistencia?
Respuestas
Respuesta:
espero que te ayude la primera pregunta no sabia pero la segunda si sabia
Explicación:
¿Por qué es importante que las lenguas de los pueblos originarios le ofrezcan resistencia?
La perspectiva que hace unos años se tenía sobre las lenguas Indígenas originarias ha cambiado de una forma importante en la sociedad mexicana. Antes se creía que estas lenguas no eran más que la razón del fracaso académico o social de las personas que las hablaban. Expresiones como “no te sirve de nada esa lengua”, “no te dejará nada bueno si sigues hablando tu lengua”, eran frecuentes hacia nosotros, quienes pertenecemos a los pueblos originarios. Esto también se hacía presente cuando se aspiraba a estudiar en la universidad académica, pues a menudo decían “en la universidad, tienes que enfocarte en el español” o “ahí tu lengua no te sirve”. Esta visión retrata el menosprecio que la sociedad -y algunas veces dentro de las universidades- se tenía hacia las lenguas Indígenas de los pueblos originarios de México, asumiendo que nuestros idiomas no tenían nada que ofrecer al país. Por ello, lejos de promoverlas, se le ponía freno a su crecimiento porque se consideraba “que no eran necesarias ni aportaban nada a la nación”. Desde la mal llamada conquista española las lenguas originarias fueron forzadas a su desaparición. Fue gracias a la resistencia de los pueblos originarios que las lenguas han podido sobrevivir durante más de 500 años. Esta resistencia de nuestros pueblos sigue presente, aun con la presión que la sociedad les impone. Más de siete millones que actualmente hablamos lenguas indígenas en México nos enfrentamos día con día con la discriminación. Sin embargo, a pesar de las diferentes formas en que todavía nos estigmatizan (a través de comentarios, descalificaciones, e incluso a través de burlas hacia nuestra pronunciación o sonorización al hablar español, con el objetivo de hacernos sentir inferiores), no han conseguido que dejemos de hablar nuestros idiomas. En mi caso particular, y espero que el de muchos hablantes más, nunca me pasó por la mente dejar de hablar el Náhuatl, la lengua que se habla en mi pueblo, Patlicha, ubicada en la Montaña de Guerrero. Esto ocurrió porque en ella encuentro un mundo, un universo, que me ha ofrecido muchos aprendizajes y conocimientos, y que me ha formado como ser humano. Son conocimientos y modos de ver el mundo, que no están presentes en la escuela, que se supone es la institución encargada de transmitir los conocimientos que se requieren para formar a los ciudadanos del país. Hay muchos ejemplos de personas que han dejado de seguir hablando sus lenguas originarias, pero también hay casos de resistencia. En la búsqueda de mejores condiciones de vida, cada vez más personas de comunidades Indígenas salen rumbo a las grandes ciudades buscando oportunidades laborales, y poco a poco fueron olvidando sus lenguas -o quizá la ciudad hizo que las olvidaran- dejando de lado muchos conocimientos y formas de vida que están entrelazadas con la lengua. De este modo, la migración, que, para muchas personas de las comunidades Indígenas, se nos presentaba como algo natural, que tenía que ocurrir, ha tenido consecuencias negativas para nuestras lenguas. Hay quienes también resistieron y conservan su lengua en estas ciudades. Por ejemplo, en la Ciudad de México, que está entre las ciudades más grandes del mundo, se ha identificado que se hablan 55 lenguas originarias. Sin embargo, también somos testigos de que varias lenguas originarias han acelerado el paso a su desaparición. Bajo esta situación, el Estado mexicano viene impulsando políticas públicas y diversas acciones, que tienden a mostrar algunos aspectos vinculados a los pueblos originarios, aunque más que nada se centran en cuestiones estéticas, como eventos, ferias culturales, danzas…en fin, diversas representaciones de lo que se supone define la identidad de los pueblos originarios. Si bien es cierto, que estas puestas en escena son visualmente muy atractivas, en algunos casos, más que lograr el reconocimiento de las comunidades, se manifiestan como expresiones simples, “bonitas”, con sentido folklórico. Bajo esta perspectiva, las manifestaciones culturales de los pueblos suelen convertirse a menudo en una mercancía más.