Respuestas
-Parece que va a llover. Me dice mi nuevo vecino, nunca me había fijado en eses hermosos ojos azules, hasta ese día que lo vi más de cerca, esperando a por el ascensor.
-Seguramente. Contesto yo, intentando que no se note lo tímida y nerviosa que pongo al mirarlo a los ojos. -¿Subes o bajas? Justo en el momento que suelto esa frase totalmente sin pensar, recuerdo que vivimos en el mismo piso.
-Creo, si no recuerdo mal, que vivimos en la misma planta. Me contesta con una risa entre parada y parada.
-A pues si. Ya no sabía que hacer, estaba desesperada. El ascensor no daba bajado y y yo estaba quedando en ridículo. -Bueno, chao me voy por las escaleras, que tengo el horno encendido y bueno... pues eso, chao.
-Adiós. Me contesta. Mientras me giro y comienzo a subir las escaleras, de reojo veo que se estaba mordiéndose parcialmente el labio y eso hizo que mi corazón se acelerara más de lo que estaba.
De repente se abre el ascensor y veo que Agustín (así se llama mi nuevo amor) entra con las cajas de la mudanza pero cayó una foto con un marco. ¡Maldición! Ya era tarde, él ya entro y el maco quedó tirado en el suelo. Bajo corriendo las escalera (todo lo rápido que se pueda correr con tacones) cojo la foto y me entraron ganas de hacer paracaidismo sin paracaídas: en la fotografía aparece Agustín y una chica muy hermosa, ¡rubia y ojos azules!
Lo único que me apetece ahora es prepararme un chocolate caliente y ver películas tristes, pero ante de nada devolverle lo que se le extravió.
Timbro, me abre y digo:
-Hola, se te cayó esta bonita foto con tu novia mientras que entrabas en el ascensor.
-Jajajaja. Se empieza a reír como un loco. -Esa no es mi novia, es mi hermana. Se sigue riendo.
Mi corazón "vuelve a latir".
-A vale, jajaja. Que sepas que tienes una hermana muy guapa, se parece a ti. Y la vuelvo a fastidiar, tengo que aprender a medir mis palabra.
Nos empezamos a poner los dos colorados, cuando Agustín dice:
-Tú tampoco es que estés nada mal. ¿Te apetecería quedar esta noche a cenar en la azotea del edificio conmigo?
Me entran ganas de gritar y no sé como expresar toda la alegría que siento. Claro está, este chico sin casi conocerme ya me había invitando a cenar. ¿Pero quién cree que soy yo? ¿Una chica del tres al cuarto que queda con desconocidos? Pues sí.
-¿A qué hora? Me limito a responder.
-¿A las diez?
Afirmo con la cabeza.
-Pues hasta entonces, chao voy a prepararme. Digo, doy dos besos y me voy.
Voy corriendo a prepararme, ¡TENÍA QUÉ ESTAR ESTUPENDA!
Me preparo y ya me dieron las diez. Llego a la azotea y encuentro algo que no me esperaba:
estaba todo decorado al detalle pero aún así la comida era un simple "picnic".
Agustín cuando ve entrar hace una voltereta en el aire, acaba en la posición de pedir matrimonio y me entrega una rosa. Ya me tiene, ya me consiguió, estoy plenamente enamorada de él.
Pero como temía nada puede ser perfecto, empezó a llover y toda la magia se fue por la cloaca.
Para variar la puerta se quedó atascada y solo disponíamos de una pequeña parte del tejado para no mojarnos. Eso hizo que acabáramos juntandonos más y provocó que nos acabáramos besando.
Pero él no estaba contento, quería impresionarme, y lo consiguió. Él no quería que su princesa (es decir, yo) se mojara así que decidió la peor idea de su vida.
Hizo "parkour". Esto se trata de saltar de un edificio a otro. Pero no es muy buena idea hacerlo a nueve pisos de altura y lloviendo. Así fue como él mismo, provocó su muerte.
Se disponía a saltar de una azotea a otra para pedir ayuda y que no me congelara de hipotermia cuando al saltar apoyó mal el pié, resbaló y cayó a una altura de 20 metros provocando así su muerte.
Yo no puede hacer nada más que limitarme a decir ¡NO AGUSTÍN, NO TE MUERAS! ¡SOCORRO, AMBULANCIA! Me eché a llorar como nunca lo había echo, me acurruque delante de la puerta y días después me encontraron muerta por hipotermia.
Ya nunca me volvería a decir: parce que va a llover.