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Los topónimos son los nombres propios que adoptan los lugares geográficos y la toponimia es la disciplina que ahonda en el análisis etimológico de estos nombres. A menudo los topónimos tienen su origen en apellidos de personas, es decir, en antropónimos, pero también pueden describir o dar idea de algún rasgo físico del lugar particularmente relevante.
Los elementos del paisaje, como las plantas que allí crecen o los animales que viven, así como las piedras, los colores, los cursos de agua e incluso las personalidades que allí han vivido o trabajado alguna vez (un cura, un médico o una maestra, por ejemplo) pueden ser el origen de un topónimo dado. También héroes nacionales dan nombre a diferentes lugares. Otras veces no existe ninguna evidencia de cuál es el origen de cierto topónimo; en esos casos se piensa que dichos nombres podrían derivar de palabras antiguas, que, por razones diversas, han sido dejadas de lado con el correr del tiempo y su significado hoy se ignora. Sin duda, es un rasgo propio del ser humano el dar nombre a lo que lo rodea.
Es claro que resulta imposible conocer todos los topónimos del mundo, aunque los distintos países suelen recoger en compendios confeccionados por algún organismo nacional (como el Instituto Geográfico Militar o el Instituto Espacial Ecuatoriano) sus propios topónimos. A menudo se presentan dificultades para escribir los nombres de los topónimos, pues algunos han asumido adaptaciones gráficas o incluso traducciones para introducirse en otras lenguas, como sucede con New York o Sao Paulo, que en textos en español aparecen como Nueva York y San Pablo, respectivamente. A estas últimas formas se las llama exónimos y la ONU recomienda usarlos con discreción y sobre todo no sumar nuevos exónimos.
Pese a la intensa penetración de la cultura española en nuestro territorio, cabe destacar que algunos países, como la Argentina, cuenta con una importante toponimia indígena, plasmada en una cantidad de nombres de origen mapuche, quechua, wichí, guaraní o aimara.
Es interesante para ilustrar el caso de la toponimia indígena, el origen de la palabra “Andes”. Algunos lo relacionan con el término quechua anti, que significa ‘cresta elevada‘. Otros creen que derivaría de otra palabra quechua, Antisuyo, uno de los cuatro suyos o regiones del Imperio Inca. Otra versión indica que la palabra Andes provendría de la voz aimara ‘anta’, que se traduciría como ‘color de cobre‘, o de ‘Qhantir Qullu Qullu’, también voces aimaras que describen la salida del sol en la alta montaña, lo que podría parafrasearse como ‘montaña que se ilumina’.
Fuente: http://www.ejemplos.co/20-ejemplos-de-toponimos/#ixzz4WVCmo8Bu