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Respuesta:
La leyenda de Quitumbe
El Hualtaco Mocho
La leyenda de la muñeca llorona
Leyenda del Ceibo del Diablo
Leyenda de la Laguna de Salitrillo
Respuesta:
1. Leyenda de la flor del Ceibo
Según cuenta la leyenda guaraní, la flor del ceibo nació cuando Anahí, una india, fue condenada a morir en la hoguera, después de un combate entre su tribu y enemigos. La niña cantaba feliz en la selva, con una voz dulcísima, tanto, que se decía que los pájaros callaban para escucharla.
2. Leyenda de la yerba mate
Este relato tiene guaraní cuenta la historia de una joven que se separó de su tribu para quedarse a acompañar a su padre. Juntos prepararon un lugar en la selva donde poder quedarse. El anciano cada día le rezaba al dios Tupú para que bendiga a su hija, la cuide y la recompense.
Tupú le obsequió a Yarí-i, la joven y a su padre una planta con virtudes, con la que se podía preparar una bebida con la que obtendrían energía y se refrescarían después de cada día cansador.
3. Leyenda de la llorona
Se cuenta que La Llorona es una mujer que deambula por las calles de la Ciudad de México en busca de sus hijos, a los que ella misma asesinó, enloquecida, durante una noche. Dicen que aparece en lugares por donde alguna vez pasó un río. También se dice que es una mujer muy bella vestida de blanco.
4. La leyenda del hornero
Cuenta la leyenda que, frente a la entrada de una choza, un indígena y su reciente esposa transformaba el barro en vasijas y platos. Ambos se transformaron en hermosas aves que, empleando su habilidad para modelar, hacen su hogar en nidos de barro. Así nació el hornero, el pájaro laborioso de los campos argentinos.
5. La leyenda del girasol
Cuenta la leyenda que una joven ninfa del agua se enamoró locamente del dios de la luz y el sol Apolo. Tal era su amor que todos los días seguía su recorrido hasta que llegaba al atardecer.
Día tras día la ninfa seguía los pasos de su amado con los ojos llenos de amor, hasta tal punto que comenzó a olvidarse de comer y de beber. A pesar de esta adoración nunca gano los favores de Apolo y los días fueron pasando. Poco a poco ella comenzó a echar raíces hasta acabar convertida en una bella flor, un girasol. Una flor que, aún hoy, no olvida el objeto de su amor y su diadema dorada continúa siguiendo al sol.