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Respuesta:
Eran sometidos a largas jornadas de trabajo (hasta 16 horas), las condiciones de seguridad en las fábricas y minas eran muy precarias, carecían de seguro médico, de paro o de vejez.
Resumen: Se sometían a largas horas de trabajo, muchas veces en condiciones precarias, y recibían salarios muy ajustados. Además, el nivel de vida era muy bajo, llevaban una mala alimentación y había un alto grado de alcoholismo.
Uno de los problemas del proletariado era el número de horas de trabajo. En la Europa del siglo XIX fue muy variable, en función de la actividad desarrollada. La duración de la jornada fue disminuyendo a lo largo del siglo XIX. Hacia 1870, los obreros ingleses trabajaban como media unas doce horas diarias y con pocos días de descanso. En la década de los años ochenta, la jornada se fue rebajando hasta las diez o nueve horas.
Los salarios eran muy bajos y muy ajustados para satisfacer las necesidades básicas de los trabajadores. El trabajo infantil estaba mucho peor remunerado, lo mismo que el de las mujeres, que percibían alrededor de la mitad del salario de los hombres. A partir de los años cincuenta del siglo XIX, los salarios tendieron a subir, especialmente para los obreros cualificados, pero el nivel de vida de los trabajadores continuó siendo muy bajo.
Las primeras etapas de la industrialización trajeron consigo unas pésimas condiciones de vida para los obreros. A finales del siglo XIX su situación mejoró en cierta medida, en parte debido al descenso de los precios agrícolas y también gracias a las conquistas sociales, y a una mayor preocupación de los poderes por la situación de los obreros, temerosos de la fuerza del movimiento obrero.
En relación con la dieta, el alimento principal siguió siendo la harina en forma de pan o de gachas, ya que el consumo de carne, frutas, verduras y pescado era muy costoso. También, la indumentaria del trabajador se diferenciaba claramente de la de los burgueses, ya que el gasto en vestidos era muy reducido. La blusa y la gorra eran elementos distintivos de los hombres; y un vestido largo, era el atuendo común de las mujeres humildes.
El centro de ocio de los obreros era la taberna, único lugar que permitía relacionarse fuera del trabajo. Este hecho, junto con las duras condiciones labores, tuvo mucho que ver con el alto grado de alcoholismo existente entre las clases trabajadoras. El movimiento obrero intentó mejorar el ocio de los obreros a través de nuevos centros como las casas del pueblo, donde además de reunirse para debatir sobre aspectos laborales y políticos, se podía encontrar una alternativa a la taberna con clases, charlas, teatro, biblioteca, etc.