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1. Se excita sin querer. “Nuestro organismo está muy activo mientras dormimos y esa actividad es diferente en función del estadio y fase del sueño en la que nos encontremos. Durante la fase REM, por ejemplo, se observa un aumento de la actividad metabólica del cerebro en determinadas áreas, con más consumo de oxígeno y glucosa. Es en esta etapa cuando también ocurren las erecciones nocturnas”, dice el doctor Gonzalo Pin, jefe de la Unidad del Sueño del Hospital Quirón Valencia. Y no solo en ellos, porque en las mujeres aumenta la circulación sanguínea en la zona del clítoris y también la lubricación vaginal, por lo que se potencia la sensación de excitación sexual. Involuntaria, eso sí.
2. Quema lo que come. “Se consumen muchas calorías al dormir”, afirma el doctor Pin. “Aproximadamente, y dependiendo de la edad y constitución, entre tres y cuatro calorías y media, por kilo y hora de sueño. Ya hemos dicho que el sueño es un proceso muy activo, por eso, como nuestro organismo continúa trabajando mientras dormimos, necesita tirar de las reservas de energía para ello”, añade el experto. No es un gasto suficiente como para caer en el adelgazamiento, pero restarle horas al sueño sí favorecerá que incremente de peso (además, menos de 6 horas de descanso nocturno aumentarán su apetito,
3. Crece unos centímetros. No es un truco de magia, y tampoco son centímetros que se vayan acumulando a lo largo de los años, pero lo cierto es que durante la noche, estando tumbados durante horas, la columna vertebral se libera de la presión a la que la sometemos a diario y eso nos permite dar un pequeño estirón. “A lo largo del día, los discos que hay entre las vértebras, que son esponjosos, se comprimen (entre otras cosas por la gravedad) y durante el descanso en posición horizontal se vuelven a expandir. Recién levantados somos un poquito más altos que a última hora del día”,
4. Baja la temperatura corporal. Al igual que ocurre con la producción de melatonina, que aumenta o disminuye según el momento en el que nos encontremos del ciclo circadiano (ritmos biológicos que nos imponen rutinas), la temperatura del cuerpo sigue un patrón similar. “La que denominamos central disminuye como una señal de tendencia al sueño”, explica el doctor. En esos instantes, a última hora de la noche y antes de acostarnos, el cerebro interpreta que una temperatura corporal inferior a la habitual significa que es hora de dormir (queremos mantita), y la producción de melatonina aumenta provocando en el organismo la llamada al sopor. Según la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, cuatro horas después de caer en los brazos de Morfeo, nuestra temperatura alcanza su mínimo. De todas formas, no es necesario que para remediarlo aumente demasiado los grados de la habitación. Los expertos recomiendan una temperatura ambiente de entre 15 y 20 grados. La American Academy of Sleep Medicine advierte de que para mejorar la calidad del sueño, el dormitorio debería simular una cueva (frío, tranquilo y oscuro).
5. El corazón se toma un respiro. La presión sanguínea y el ritmo cardiaco, como otras funciones del cuerpo, tienen también un ciclo circadiano que ocasiona una disminución de la actividad de ambos durante el sueño. Se trata de un mecanismo de defensa, puesto que, como aclara el doctor, “esta disminución de la tensión arterial nocturna nos protege a todos, es como ‘dejar descansar un poco’ las arterias, que son las autovías de nuestro organismo, descongestionando la intensidad de tráfico”. Esto permite que todo el sistema circulatorio pueda relajarse y reponerse de los esfuerzos a los que ha estado expuesto durante el día.
6. Los músculos se relajan y también se paralizan. “Durante la fase REM se produce una disminución fisiológica del tono muscular que es absolutamente normal”, explica el especialista en trastornos del sueño. También es muy habitual experimentar alucinaciones hipnagógicas o hipnopómpicas. “Son ciertas sensaciones (de caída o de movimiento brusco…) que algunas personas perciben al inicio o final del sueño”, añade. No tienen ningún significado patológico, y se calcula que estas sacudidas involuntarias de un músculo o grupo de ellos cuando empezamos a quedarnos dormidos las sufre el 70% de las personas. Lo que sí puede ocurrir es la llamada parálisis del sueño. “En esta situación, no muy frecuente, durante unos segundos la persona es incapaz de moverse siendo consciente de ello. Y sí que es un síntoma que debe ser consultado con el médico de cabecera”, apunta el doctor.
Explicación: espero sirva u.u