• Asignatura: Religión
  • Autor: leojhonaxel24
  • hace 2 años

resumen de la yacu mama ventura garcia calderon​

Respuestas

Respuesta dada por: TuCrushxD
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Explicación:

Jenaro Valdivián y su hijo Jenarito de siete años, vivían en una choza a orillas del río Ucayali, en plena selva peruana. Cierto día, Jenaro se percató que se le acababan los alimentos y las balas. Como su sirviente indio había ido a cazar por dos o tres días, Jenaro decidió salir él mismo para comprar las provisiones. Salió a la orilla del río y silbó largo rato; en el centro del agua un remolino de burbujas pareció responderle. Era la boa o Yacu-Mama, que seguramente estaba durmiendo y digiriendo algún animal. Jenaro cogió el machete y la carabina, y encerró en la choza a Jenarito, pese a que el niño quería acompañarle. Como consuelo, le dejó una vela de esperma y un cartucho de hormigas tostadas, que eran las golosinas de los niños salvajes.

Adentrándose en la selva en su canoa, Jenaro pareció advertir que el tigre lo estaba espiando entre la espesura del bosque. Jenaro conocía muy bien la estrategia del felino, que pacientemente vigilaba a su presa antes de atacar. Recordaba que en una noche muy oscura, vio de pronto en la lejanía dos luces rojas que sin duda eran los ojos del felino que le acechaba. Preocupado por su hijo, Jenaro consideró que no era prudente alejarse mucho de su choza y que lo mejor sería ir río abajo, hasta un asentamiento de indios abandonado, donde había un instrumento equivalente al telégrafo: el manguaré, un recio tronco horadado que al golpearlo de la manera apropiada producía diversos sonidos que se escuchaban a mucha distancia. Tal vez algún indio amigo escucharía su mensaje; o Gutiérrez, el cauchero más rico de los contornos, le despacharía víveres.  

En la choza, el niño se comió la vela de esperma y las hormigas tostadas; luego tuvo sed y quiso bañarse en el río, pero no pudo abrir la puerta ya que su padre la había asegurado con el caparazón de una inmensa tortuga. El niño comenzó a gritar en lenguaje indio: «¡Yacu-Mama! ¡Yacu-Mama!» (que significa: Madre del río). Del río emergió la boa, de unos cinco metros, que avanzó retozando. De un coletazo expulsó el caparazón de la puerta y entró a la choza, ante la alegría del niño.7

La boa enroscó con la cola a Jenarito y lo levantó hasta el techo de la choza. Pero de pronto, la boa volvió la cabeza hacia la selva, como percibiendo algo. De lejos se podía percibir que las aves volaban y los monos chillaban. Era evidente que algo se acercaba amenazadoramente, y efectivamente, de manera rauda, el tigre de la selva entró de un salto en la choza. La boa, con cuidado, descendió al niño en un rincón de la choza y se preparó para luchar contra el felino.

El tigre saltó sobre las fauces de la boa, pero esta lo envolvió hasta hacer crujir sus costillas. La garra del tigre, sin embargo, destrozó la lengua de la serpiente, y está aflojó por un minuto para volver a apretar otra vez, lo que terminó matando al tigre. La sangre de ambos combatientes quedó regada en el suelo. Luego de seis horas regresó Jenaro y comprendió con una mirada lo ocurrido. Abrazó al muchacho y en seguida, acarició con la mano las fauces muertas de la boa, diciendo con ternura: «¡Yacu-Mama, pobre Yacu-Mama!»

Respuesta dada por: 20180135
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Respuesta:

Jenaro Valdivián y su hijo Jenarito de siete años, vivían en una choza a orillas del río Ucayali, en plena selva peruana. Cierto día, Jenaro se percató que se le acababan los alimentos y las balas. Como su sirviente indio había ido a cazar por dos o tres días, Jenaro decidió salir él mismo para comprar las provisiones. Salió a la orilla del río y silbó largo rato; en el centro del agua un remolino de burbujas pareció responderle. Era la boa o Yacu-Mama, que seguramente estaba durmiendo y digiriendo algún animal. Jenaro cogió el machete y la carabina, y encerró en la choza a Jenarito, pese a que el niño quería acompañarle. Como consuelo, le dejó una vela de esperma y un cartucho de hormigas tostadas, que eran las golosinas de los niños salvajes.5​

Adentrándose en la selva en su canoa, Jenaro pareció advertir que el tigre lo estaba espiando entre la espesura del bosque. Jenaro conocía muy bien la estrategia del felino, que pacientemente vigilaba a su presa antes de atacar. Recordaba que en una noche muy oscura, vio de pronto en la lejanía dos luces rojas que sin duda eran los ojos del felino que le acechaba. Preocupado por su hijo, Jenaro consideró que no era prudente alejarse mucho de su choza y que lo mejor sería ir río abajo, hasta un asentamiento de indios abandonado, donde había un instrumento equivalente al telégrafo: el manguaré, un recio tronco horadado que al golpearlo de la manera apropiada producía diversos sonidos que se escuchaban a mucha distancia. Tal vez algún indio amigo escucharía su mensaje; o Gutiérrez, el cauchero más rico de los contornos, le despacharía víveres.

Explicación:

es lo que se espero que te ayude :)

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