Un alberca se llena con el flujo del agua caliente en 10 horas, mientras que con
agua fría tarda solo 6 horas. Juan abrió el agua caliente por 2 horas hasta que llego
Javier y la cambió por agua fría, 3 horas después, José cerró el agua fría y volvió a
abrir la caliente por 2 horas más ¿Qué parte de la alberca se ha llenado hasta este
punto?
Respuestas
Respuesta:
o digo que la situación no tenga su lado cómico. Mírenme si no, con mi mejor traje recién planchado, camisa de un blanco inmaculado, corbata con el nudo perfectamente ajustado, zapatos lustrados hasta parecer espejos... y, encerrado, sin poder ir a ningún sitio. Pero, aun así, ¿cómo puede alguien reírse de mí? ¿Cómo pueden reírse de un pobre hombre prisionero? Y, lo que es peor, ¿quién puede haber soltado esa carcajada aquí, bajo paletadas y paletadas de tierra, donde sólo se oye el ruido de la Muerte guardando las paredes de mi ataúd?
(JOSE LUIS BARCENAS HERMOSILLA)
EL PARAMO
Mi coche avanzaba a través de la noche, en el silencio, la luna iba guiandome a través de la solitaria recta. Entonces oí esa carcajada dantesca que lo ocupó todo, noté mi piel erizarse, mis ojos abrirse.. Paré el coche y salí, el páramo ante mis ojos,árboles lejanos. Entonces desde lejos empezaron a salir figuras y más figuras rodeandome rapidamente para intentar atraparme, conseguí entrar en el vehículo para ver que esas figuras que se agolpaban en los cristales eran yo mismo. Atropellé a mis fantasmas gemelos con dificultad y conseguí salir de allí, todos mis miedos siguieron riendo hasta que recuperé el silencio.
(DAVID SALVO JIMENEZ)
La carcajada se oía muy bajo. Tan bajo que me resultaba muy difícil distinguir entre su sonido y el ruido de mis pensamientos. Llevaba tiempo ahí intentando acaparar todo el espacio de mi cerebro y acentuando el agudo dolor de cabeza con el que me torturaba. En la oscuridad en la que estaba sumergido intentaba definir, siluetar esa boca abierta mostrando sus pestilentes dientes; su imagen era tan diáfana que no sé si la veía o la imaginaba. Mi mente estaba difusa, espesa, seguramente debido al intenso dolor de cabeza. Intentaba despertar, recordar, sentir, moverme, pero era imposible. Sólo recordaba a los amigos y el coche en el parking cuando fui a abrirlo. El dolor de cabeza disminuyó un poco su intensidad, y pude darme cuenta de que en realidad no estaba ni adormilado. Recordé de golpe que al atardecer había escuchado un diagnóstico que el doctor daba a mi mujer. El accidente de coche y el estado de embriaguez habían producido una tetraplegia definitiva, y en consecuencia quedaba brutalmente condenado a esa carcajada de por vida. No podía moverme, no podía hablar. Sólo podía escuchar y ver. Mi grado de desesperación se acercaba a dimensiones infinitas mientras la carcajada seguía ahí, muy bajito, desde su sucio rincón, alimentando mi nuevo estado de locura. Llevo varias semanas así, y ya soy un monstruo. Mis pensaminetos son sórdidos, negros. Ya no soy humano. Me quedan muchos años de carcajada.
(Ion Uzkudun)
lagrimas rosas
Despacio se miraba ante el espejo, cada una de sus arrugas le hacia recordar todo aquello que su mente había tapado, sus dedos paseaban los ojos intentando olvidar, una y mil veces esa imagen que tanto temía que aparecía en sus sueños. Pequeñas lagrimas de dolor recorrían sus mejillas, cayendo al suelo, mojando sus pies desnudos. Otra vez estaba allí.Silencio. Solamente la voz del viento gimiendo llegaba a sus oídos. La angustia la rodeaba...; El estaba allí otra vez. Lo sabia, no era posible, ella solo quería olvidarlo, olvidar todo aquello, pero él lo había conseguido. De nuevo dominaba su espacio. Al otro lado, paredes rosas, deformes, que inundaban su cuerpo. Él la observaba desde arriba, mientras millones de carcajadas retumbaban en sus oídos. Sola ante el espejo, recorriendo con sus dedos cada una de las arrugas que le hacían recordar todo aquello que su mente había tapado. Recorrió la habitación en busca de una salida, pero aquellas paredes no cedían, las carcajadas cada vez más fuertes hacían estallar mis oídos. Gotas que mojaban sus pies desnudos, gotas rosas, el tiempo se acaba, él va a volver, lo sabía, estaba cerca. Sus pies parecían pegados al suelo, ella creía que se movía, pero yo no podía dejar que lo hiciera, la quería tanto, quería que estuviese aquí conmigo, pero no pude hacerlo, así que la maté, prefería verla muerta, y conservar en mi memoria su rostro pálido, su cuerpo frió, mientras sonoras carcajadas emanaban de mi cuerpo