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Escribir Historia es siempre un desafío. Y lo es aún más cuando se pretende resumir en pocas
páginas diez o doce mil años, por la necesidad de ofrecer una breve visión global de la vida de lo que
llegó a ser Ecuador, nuestro país.
Es preciso recordar esta elemental advertencia en la lectura de las páginas que siguen, porque la
audacia de su brevedad va en homenaje a la necesidad de dar a los lectores un instrumento ágil de
sistematización de sus conocimientos sobre la trayectoria histórica del Ecuador. Vale decir, entonces,
que el propósito de esta obra es llegar a los lectores con una ayuda pedagógica y de información sin
pretensiones eruditas, pero con la expresa intención de que se constituya en referencia de
conocimientos ya adquiridos o enfoque general disponible a la mano, que tiene forzosamente que ser
profundizado y complementado.
Este libro está escrito, pues, con un criterio eminentemente instrumental. Quiere ser sencillo,
aunque no simple. Pretende ser claro, sin dejar de enfrentar la complejidad. Intenta desarrollar un
esquema general, sin perder la particularidad de los procesos y la individualidad de los hechos.
Los lectores encontrarán aquí el fruto de algunas décadas de experiencia en la investigación y
enseñanza superior de Historia Nacional; hallarán también el resultado de varios ensayos realizados
por divulgar aquello que la nueva investigación histórica del país ha venido produciendo en los
últimos años; descubrirán, por fin, un esfuerzo consciente y sistemático por entregarles una visión
renovada de la trayectoria de lo que ahora es el Ecuador, iluminada por un compromiso expreso por
cambiar la realidad prevaleciente, teniendo como actor fundamental a nuestra gente ecuatoriana y
latinoamericana.
La obra tiene la ventaja de su brevedad y estructura. Pero no pretende ser original. Su contenido
no incluye nada que un atento lector de los trabajos historiográficos –ajenos y míos– de los últimos
tiempos no haya conocido de antemano. Su originalidad debe buscarse en el esfuerzo sumario,
organizador y sistematizador. Desde luego que el trabajo tiene lagunas y fallas, de las que quiero
prevenir a los lectores claramente sobre su existencia, advertida de antemano.
La obra sigue un riguroso esquema, al que he llegado luego de haber realizado un gran esfuerzo
por sistematizar una periodización de la Historia del Ecuador. La división más general es la de tres
épocas (Aborigen, Colonial y Republicana) que siguen una tradición ya vieja pero, a mi juicio
correcta, clara y útil. Al inicio de la Época Colonial se inserta un acápite sobre la conquista. Luego
del fin de la Colonia y
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