• Asignatura: Arte
  • Autor: MERCHANDEHAES
  • hace 2 años

¿Qué emociones logró sentir y en qué momento? esta pregunta es de un cuento que se llama: NO QUIERO TENER EL PELO RIZADO. aquí les dejo la historia para que me ayuden a esta pregunta Cuando nací era pelona. Mi madre siempre cuenta que estaba deseando que me creciesen cuatro pelos para poder ponerme algún adorno pero aquello no tenía pinta de aumentar de ninguna manera. Utilizó remedios caseros, me echó mil potingues en la cabeza y nada, no había forma humana de que saliese pelo por ninguna parte. Encima había vecinas que siempre le preguntaban ¿por qué me cortaba tanto el pelo? cuando sabían de sobra que el tema era que no crecía. Imaginaos la rabia que le podía dar a mi madre cada vez que alguien lo cuestionaba así.

Pasó el tiempo y me creció un pelo negro rizado súper espeso. Mi madre es pelirroja pero no heredé el color por desgracia. Los rizos sí, por parte de ambos. Mi padre algún día tuvo pelo, mucho pelo y muy rizado, aunque ahora sea complicado hacerse a la idea según tiene la cabeza :D.

Recuerdo que el odio que sentía por los rizos era tal que mi madre me lavaba la cabeza y se pasaba dos horas de reloj armada de paciencia con un cepillo y un secador en la mano tratando de desensortijarme la cabeza. En otras ocasiones iba a la peluquería (muy de vez en cuando) y allí me dejaban ideal de la muerte. La peluquera, conocida de la familia, sabía mi problema con los rizos, y siempre me vacilaba. Me decía que tenía que dormir sentada para que al día siguiente el pelo estuviese impoluto. Y así lo hacía. Mi madre siempre me cuenta que más de una vez me encontró en la cama, sentada, apoyando la espalda contra el cabecero y dormida. Qué ilusa…

Vivo en el norte del país, donde la humedad es tal que hasta los pelos de las piernas se me rizan. No importa que sea verano o invierno. La humedad no entiende de estaciones del año y es una de mis peores pesadillas. No fallaba, la ley de Murphy funcionaba a la perfección, era cuestión de lavarme el pelo, alisarlo y llover. En ese orden. O hacer un calor tan insoportable que hasta el sudor hacía que se me ondulase mi preciada melena. Encima era muy pedorra con el tema y si veía o tocaba una simple ondulación me ponía nerviosísima y corría llorando a mi madre para que me alisase el entuerto. La buena mujer, otra vez sacaba el secador y me concedía el deseo. Menuda paciencia tenía…

Mi mejor amiga tenía el pelo más liso del planeta y encima ERA RUBIO. No sabéis lo que yo añoraba ser ella, sobre todo los fines de semana cuando salíamos de fiesta y no tardaba nada en arreglarse porque su pelo secado al aire quedaba tan perfecto que daba miedo. Yo tenía que pasar horas y horas delante del espejo, pero no solo yo, mi santa madre era la que se sacrificaba para que fuese con un alisado impoluto, casi japonés, a la discoteca de marras. El estilo de pelo con el que volvía a casa era ya otro cantar…

Mi amiga, sin embargo siempre envidió mis rizos y no entendía por qué me pasaba tantísimo tiempo alisándolo “con lo chulo que era”. Me ponía enferma cuando la gente me decía que tenía un pelo rizado precioso. Para mi era lo más horroroso del mundo mundial. Me hicieron alisados en la peluquería con productos que probablemente hayan llegado a quemar más de una de mis neuronas, porque en aquellos años eran ácidos corrosivos. Más tarde llegó el alisado japonés, que obviamente también probé, y ahora, soy, tiempo más tarde, una rizosa feliz.

No se en qué momento mi mente cambió y empecé a aceptar mi pelo tal y como era. No tengo conciencia de ello, pero así es y no lo volvería a cambiar por nada. Lo aliso de vez en cuando pero en seguida me canso y vuelvo a mis caracoles que además de ser mucho más cómodos tienen una personalidad brutal.​

Respuestas

Respuesta dada por: ferferia
0

Respuesta:

puedes sentir tristeza cuando te dan una mala noticia

puedes sentir felicidad por tus logros

espero y te ayuden

Preguntas similares