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Albert K. Owen ( 1872 )
A principios del siglo XIX, los reformadores europeos, buscando implantar sus teorías sociales, lejos de la influencia de la vieja sociedad europea, conservadora y tradicionalista, emigraron a los EE.UU. De esta manera, llegaron al continente americano las corrientes de pensamiento filosófico y la organización social más avanzadas de la época.
Así llegaron todas las sectas derivados del protestantismo, con los irlandeses arribó el catolicismo, llegaron también los grupos de librepensadores discípulos de los enciclopedistas, los utopistas y demás reformadores.
Fue entonces que se iniciaron los primeros ensayos de socialismo utópico, tales como la comunidad New harmony de Robert Owen (1826); Icaria de Etiene Cabet (1848) y Oneida de John Humprhey Noyes (1840). Surgió también un movimiento de contenido religioso llamado Evangelio Social Cristiano o Social Gospel que " proponía la fundación de comunidades o asociaciones en donde se practicara la hermandad entre los hombres, el amor en vez de la competencia y la rivalidad, la ayuda mutua y la cooperación en lugar de la lucha por la existencia...; se proponía la huída hacia las localidades más alejadas de las grandes urbes donde los problemas aparecían con brutalidad descarnada, para organizar una vida cristiana de acuerdo con el modelo patriarcal" ( Gill 1982)
El movimiento utopista buscaba la solución a los problemas sociales en el falansterio * , en el aislamiento, en la fuga y el refugio en el desierto, mientras que los materialistas preconizaban la lucha enfrentándose a la realidad y al capitalismo en las fábricas de las grandes urbes.
El triunfo del norte sobre el sur, en la guerra de secesión de EE.UU. fue el triunfo del capitalismo sobre el feudalismo. El capitalismo industrial se hallaba en pleno período de expansión por lo que era necesario explorar las posibilidades económicas de los estados del sur, es decir rumbo a México.
El primer paso consistía entonces en abrir rutas de penetración económica y política, aprovechando la invención del ferrocarril..
Un grupo de inversionistas, dueños del Ferrocarril Denver- Río Grande , concibieron la idea de construir una línea férrea desde un punto de la frontera sur con México, hasta el centro de la República Mexicana, para lo que organizaron una expedición para localizar el trazo del futuro ferrocarril. Participaron en ella el Gral. William J. Palmer, Mr. H.C. Hunt, Gobernador de Colorado y un grupo de técnicos en la materia.
Partieron en 1870 de Colorado Springs, pasando por Santa Fe, El Paso y Chihuahua para dar por terminado su periplo en Querétaro.
El resultado de la gira fue tan satisfactorio que decidieron planear la construcción de una línea que también uniera el centro de México con su país, pero por el pacífico. Comisionaron para explorar la ruta al Ingeniero Albert K. Owen, un joven de 23 años, pero con experiencia en la construcción de ferrocarriles.
De Querétaro, Owen marchó solo hacia el pacífico recorriendo toda la costa durante un año, tiempo en el cual aprendió español y entabló amistad con un joven general mexicano llamado Manuel González. En 1871 llegó a Mazatlán donde se entrevistó con el Cónsul de su país Benjamín R. Carman, a quien le confió sus planes. Carman le habló de un lugar mas al norte, donde unos mineros norteamericanos que tratando de regresar a su país por mar, siguieron durante días una recua de mulas cargadas de oro hasta tropezarse con un hermoso puerto, rodeado de altas montañas y " resguardado de todos los vientos" donde las mulas fueron descargadas a un barco contrabandista, que zarpó rápidamente a Inglaterra, burlando al fisco.
Un año después, al anochecer del 28 de septiembre de 1872, Owen en compañía del Ing. Fred G. Fitch, después de recorrer a caballo 300 kilómetros, llegó a la bahía que Carman le había descrito y que los nativos llamaban Ohuira ( lugar encantado en lengua cahíta). Owen no pudo dormir esa noche y despertó para quedar deslumbrado por el lugar, el reflejo de la luna sobre el agua de la bahía era un espectáculo impresionante, al frente el mar tranquilo y hacia atrás una planicie inmensa y una soledad sin fin.