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Los primeros científicos que observaron al ornitorrinco creyeron que el espécimen era la obra de un taxidermista inteligente y bromista, que lo construyó utilizando diferentes partes del cuerpo de otros animales. La muestra original se encuentra en el Museo de la historia natural de Londres, todavía con las cicatrices de los intentos de demostrar que es falsa.
A pesar de que Australia había producido una flora y fauna únicas, esta criatura era demasiado extraña. De ser cierto, era un monstruo zoológico, una paradoja (un mamífero, con pezuñas venenosas, que pone huevos, sin pezones, que respira aire, pero pasa la mayor parte de sus horas de vigilia bajo el agua y con los ojos bien cerrados y que utiliza su pico similar a un pato como su “sentido” para encontrar alimentos).
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