• Asignatura: Historia
  • Autor: chumacerogonzalesnah
  • hace 2 años

1¿Quién era Ukañán y cuáles eran sus intenciones? plis ​

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Respuestas

Respuesta dada por: bryabiparasiempre
2

Respuesta:

espero ayude

Explicación:

En tiempos antiguos vivía en Ica un poderoso señor, quien gobernaba a su pueblo con

gran sabiduría, generosidad y bondad.

Cierto día llegó al palacio uno de los guerreros del ejército que había marchado a combatir a los

chinchas.

Traía este guerrero, de nombre, de nombre Ukañan, dos desgraciadas noticias: la derrota

sufrida a manos de los chinchas y la muerte, en el enfrentamiento, del joven conductor de las

fuerzas iqueñas, que además era el prometido de la princesa.

Esto produjo gran dolor y desconcierto en el pueblo. La muchacha, no pudiendo soportar su

congoja, abandonó el palacio a escondidas y, llorando desesperada, se perdió por el inmenso

arenal.

Pero alguien que estaba pendiente de ella la siguió sigilosamente. Era Ukañan, el guerrero

vuelto del frente de batalla y que en realidad había desertado antes de que se produjera el

combate.

Perdidamente enamorado de la princesa, que siempre rechazó, no había dudado en escapar del

frente, sin conocer el resultado de la batalla, y urdir todo a fin de quedarse con la joven a las

buenas o a las malas, mientras su prometido estaba lejos.

La muchacha, cansada de llorar, peinaba su larga y hermosa cabellera al pie de un huarango,

aprovechando el agua de lluvia que en un hoyo se había empozado.

Desde lo alto de la duna, Ukañán la estaba contemplando, en silencio. Luego empezó a bajar ,

despacio, sin apuro.

Era la hora del crepúsculo, y en el cielo , abriéndose paso entre tenues nubes, apareció el rostro

resplandeciente de Shinam, la diosa de la Luna.

Preocupado por la desaparición de la doncella, el señor de Ica había ordenado a sus guerreros,

con urgencia, que la buscaran y la trajeran de donde estuviese.

Viendo que oscurecía y temiendo preocupar más a su padre, la princesa, pensando ya en

regresar al palacio, se limpiaba los ojos llorosos mirándose en un pequeño espejo.

De pronto se asustó mucho cuando descubrió, a través del bruñido metal, que Ukañán se

aproximaba sigilosamente hacia ella.

Desoyendo las palabras dulces y cariñosas con que aquél intentaba retenerla, la muchacha huyó

en loca carrera, encendiendo la ira del guerrero, que se lanzó en su persecución.

Llena de pánico, sintiendo que su perseguidor ya la alcanzaba, la princesa elevó sus brazos al

cielo clamando ayuda a la diosa Luna.

- ¡Dacha Shinam! ¡Dacha Shinam! (¡Sagrada Luna! ¡Sagrada Luna!)

La benefactora de la noche, al reconocer en el acto a la fiel doncella que jamás dejaba de

invocarla en sus oraciones y hacerle ofrendas, fijó unos instantes las mirada tratando de

comprender lo que ocurría.

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