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El país conmemora hoy tres fechas históricas que se dieron a lo largo de la vida republicana: la Batalla del Tarqui de 1829, el Día del Ejército Ecuatoriano que tuvo sus hazañas el 27 de febrero de 1829, y el Día del Civismo en 1948.
La Batalla del Tarqui. A fines de 1828, el general José de la Mar, por recomendación de Simón Bolívar se hallaba de Presidente del Perú, invade nuestro país por las provincias de Loja y Azuay, a la cabeza de 5 mil soldados. En Saraguro-Loja, recibió el refuerzo de 3 mil 700 más del general Agustín Gamarra. La Mar, nacido en Cuenca, demostró con esta actuación su ambición e ingratitud para su tierra natal.
El Ejército del general Flores, se compone de 4 mil 600 hombres. El 27 de enero de 1829 el Mariscal Antonio José de Sucre, asumió el mando y trató hasta el último lograr un arreglo pacífico, considerando que eran naciones hermanas de la América y que habían luchado juntos para liberarse del yugo español.
Al no haber acuerdo, la Mar intentó dar un golpe a las tropas de Sucre. En los días siguientes los dos ejércitos se movían en busca de posiciones más ventajosas, hasta que el amanecer del 27 de febrero de 1829, a las 7 de la mañana se inició la batalla. El portete de Tarqui fue el escenario de redención y afrenta. La victoria fue de las fuerzas gancolombianas.
El Día del Ejército Ecuatoriano. Es una hazaña que surge de la Batalla del Tarqui, que cubrió de gloria la Patria, motivaron a las autoridades declarar el 27 de febrero de cada año, como símbolo de nuestra soberanía nacional.
Ese día se rinde homenaje al soldado, decidido, valeroso, inteligente, en las amenazas y usurpaciones; en las guerras y confrontaciones bélicas.
Día del Civismo. Como un comprendio de la victoria de Tarqui y exaltación a los sagrados símbolos patrios; amor a la integridad territorial, el 27 de febrero de 1948, se instituyó el Día del Civismo Ecuatoriano, como ejemplo indiscutible, vigoroso y creador de esa conjunción de fuerzas espirituales, morales y culturales que conforman las esencias de nuestro propio vivir nacional