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Respuesta:
A principios del siglo XIX la cantidad de elementos conocidos, y sus compuestos, ya era lo
suficientemente grande como para requerir algún tipo de clasificación que facilitara a los químicos
su estudio y la comprensión de sus propiedades.
Como desde el principio se comprobó la existencia de familias de elementos que presentaban
muchas semejanzas entre sí, se intuyó que debía de existir una ley natural que los relacionase y
agrupase. La búsqueda de esta ley natural está plagada de numerosos intentos, basados, por lo
general, en dos criterios fundamentales:
• La semejanza de las propiedades físicas y químicas de los elementos y sus compuestos.
• La relación que estas propiedades pudieran tener con alguna característica de los átomos,
principalmente con la masa atómica.
Las tríadas de Döbereiner en 1817, el tornillo telúrico de Charcourtois en 1862 y las octavas de
Newlands en 1866 son algunos de los intentos que, por su originalidad o éxito, merecen un
especial reconocimiento.
2. Tabla Periódica de Mendeleiev
En 1869 y 1870, dos científicos, el ruso D. Mendeleiev (1834-1907) y el alemán L. Meyer (1830-
1895), presentaron independientemente su célebre Tabla Periódica.
La clasificación periódica de Mendeleiev, más elaborada que la de Meyer, contenía todos los
elementos conocidos hasta entonces, ordenados en una tabla de doble entrada según los
criterios siguientes:
• Masa atómica creciente. Los elementos se ordenan de izquierda a derecha, según este criterio,
en líneas horizontales.
• Semejanza en las propiedades. Los elementos que presentan pro piedades semejantes se
sitúan en columnas verticales.
El planteamiento de Mendeleiev fue que las propiedades de los elementos debían responder a una
ley periódica que todavía se desconocía.
Ese convencimiento le llevó a predicciones arriesgadas, que el tiempo confirmó como ciertas:
• Cuestionar el valor de la masa atómica de algunos elementos, como el indio, el berilio y el
uranio, y asignarles otro valor que consideró más correcto.
• Invertir el orden de masas atómicas en ciertos elementos para que éstos quedasen agrupados
con otros de sus mismas propiedades, como teluro-yodo o cobalto-níquel.
• Dejar huecos en la tabla correspondientes a elementos aún no des cubiertos y predecir las
propiedades que tendrían. Es el caso del galio, el germanio o el escandio.
La clasificación propuesta por Mendeleiev y Meyer experimentó diversas modificaciones con el
paso del tiempo, pero pese a ello, mantenía una sustancial dificultad: considerar la masa atómica
como el criterio de ordenación implica colocar varios elementos fuera de su lugar para que queden
agrupados por semejanza de propiedades.
Química: Propiedades periódicas de los elementos
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Por lo tanto, había que compatibilizar los dos hechos: las propiedades químicas de los elementos
se repiten periódicamente y la masa atómica no es criterio suficiente para obtener una ordenación
coherente.
La cuestión era: ¿cuál sería la propiedad fundamental en que basar la ley periódica?
3. Sistema periódico actual
La pregunta quedó sin respuesta hasta que en 1914 H. Moseley (1887-1915) determinó el número
atómico de los elementos y comprobó que si se colocaban los elementos por orden creciente de su
número atómico, todos quedaban situados en el lugar requerido por el criterio de semejanza de
propiedades.
4. Ley periódica
La ley periódica se enuncia así en la actualidad:
Cuando los elementos se colocan en orden creciente de su número atómico, tiene lugar
una repetición periódica de ciertas propiedades físicas o q
Explicación: