como fue el reencuentro de ulises con telémaco? resumido
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Atenea ha resuelto transformar por completo a Ulises antes de que vuelva a su hogar. ¿Por qué? Porque durante su ausencia un centenar de pretendientes de Penélope viven en su casa, pensando que él ha muerto o que no volverá. Allí pasan su tiempo comiendo y bebiendo, agotando las reservas, a la espera de que Penélope elija a uno de ellos.
En su cámara, Penélope teje de día, pero a la noche deshace toda su labor. Así ha burlado a los pretendientes durante casi dos años con el argumento de que la labor no estaba terminada. Pero una sirvienta ha revelado el engaño a los pretendientes, que exigen su decisión. Naturalmente, Ulises debe presentarse de incógnito. Atenea le ha explicado la situación en la misma playa donde ha desembarcado: -Hay unos pretendientes a los que debes matar con ayuda de tu hijo Telémaco, del porquerizo Eumeo y del boyero Filecio. Así podrás vencerlos. Yo te ayudaré, pero antes debo transformarte.
La diosa lo vuelve viejo y feo. Tiene todo el aspecto espantoso de un mendigo. El plan de Ulises consiste en llegar a su palacio como uno de esos pordioseros que suplican alimentos, soportar todas las injurias y tratar de echar mano de su arco, que sólo él es capaz de tender, para matar a los pretendientes.
Ulises se da a conocer a varias personas, cuya ayuda requiere. En primer lugar, a Telémaco. Ulises y Telémaco están solos en la choza del porquerizo, cuando aparece Atenea. Ulises la ve, los perros olfatean su presencia, están aterrados, se les erizan los pelos. Telémaco no lo advierte. La diosa invita a Ulises a salir. Lo toca con su varilla mágica y Ulises recupera su antiguo aspecto. Ya no es horrible de ver sino semejante a los dioses que pueblan el vasto cielo. Al verlo entrar en la choza, Telémaco no da crédito a sus ojos: ¿cómo es posible que un mendigo viejo se transforme en un dios? Ulises se da a conocer, pero su hijo no quiere creerle sin ver una señal. Lejos de dársela, Ulises lo regaña como un padre a su hijo: -Terminemos con esto. ¿Estás frente a tu padre y no lo reconoces? Te digo que soy Ulises.
Al responder de esa manera, Ulises se coloca frente a su hijo en posición de padre. Hasta entonces, Telémaco no era nada: había dejado de ser niño, pero no era hombre porque a pesar de sus deseos de ser libre, aún dependía de su madre. Su posición era ambigua. Pero ahí está su padre, ese padre de quien no sabía si estaba vivo y ni siquiera si era el suyo a pesar de lo que le habían dicho: con esa presencia de carne y hueso, Ulises se siente reconfortado en su lugar de padre y Telémaco confirmado en el suyo de hijo. Con ayuda de Eumeo y Filecio, se dedicarán a tramar la venganza. Mientras tanto, Penélope ha mandado llamar al viejo mendigo de cuya presencia está enterada por Telémaco y por la nodriza Euriclea. Lo recibe como a todos los que pasan por el reino para pedirle nuevas de Ulises. Naturalmente, él le cuenta una de sus mentiras habituales.
-Lo vi hace 20 años, cuando partió hacia Troya. Pasó por nuestro país y mi hermano Idomeneo fue con él.
La reina se pregunta si el relato es veraz.
-Dame una prueba de lo que dices. ¿Recuerdas cómo vestía?
Desde luego que lo recuerda, y describe detalladamente su vestimenta, en especial una alhaja cincelada que ella le había regalado, y que mostraba un cervatillo en plena carrera. "Es verdad", piensa Penélope, y se siente embargada por el afecto hacia esa vieja ruina que en otro tiempo vio a Ulises y le prestó su ayuda. Pide a la nodriza Euriclea que se ocupe de él y le lave los pies. Es entonces cuando la nodriza le dice a Penélope que se parece a Ulises.
-Tiene las mismas manos y pies -dice.
-De ninguna manera -responde Penélope.