Respuestas
Para que la moralidad prevalezca en la sociedad, el individuo debe tener temor al pecado. Tendrá temor al pecado solamente cuando desarrolle amor por Dios. Por lo tanto, es necesario que el hombre desarrolle amor por Dios. Si el hombre desarrolla amor por Dios, tendrá temor al pecado y adoptara el sendero correcto en la vida. Esto traerá moralidad en la sociedad. Un hombre sin moralidad no puede llamarse un ser humano en el verdadero sentido del término. El hombre moderno está inmerso hasta el tope de la cabeza en el pecado. Entonces, ¿cómo puede tener amor por Dios? Uno puede tener amor por Dios solamente cuando uno teme al pecado. El hombre debe, de hecho, considerar el amor por Dios, el temor al pecado y la moralidad en la sociedad como sus tres miembros principales como son los pies, el estómago y la cabeza.
Debido a la ausencia de temor al pecado y de amor por Dios, la cualidad de humanidad ha declinado en los seres humanos. Esto es deletéreo para la paz universal.
(Poema en telugo)
El amor por Dios, el temor al pecado y la moralidad en la sociedad son interdependientes. El hombre tendrá temor al pecado cuando desarrolle amor por Dios. Él desarrollará moralidad cuando tenga temor al pecado. A la inversa, un hombre carente de moralidad no tendrá temor al pecado y el que no tiene temor al pecado no puede tener amor por Dios. El hombre desea tener muchas cosas en la vida; lleva a cabo muchos tipos de yoga, meditación y austeridades. Pero todos estos son inútiles si carece de temor al pecado. Por lo tanto, para que haya moralidad en la sociedad, el individuo debe tener temor al pecado. Él puede ganar respecto y alcanzar un lugar de honor en la sociedad solamente cuando tenga moralidad. No puede existir ninguna sociedad sin moralidad. Por lo tanto, debemos difundir la moralidad en la sociedad. La sociedad que está basada en la moralidad promoverá amor por Dios. Por el contrario, si la sociedad carece de base moral, no habrá ni temor al pecado en sus miembros ni amor por Dios. Por lo tanto, es deber principal del hombre el salvaguardar su moralidad.