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Uno de los problemas más actuales de la Bioética es el del cambio, aparente, de identidad sexual, no sólo en cuanto a la teoría de género, o a conductas de preferencias sexuales, sino a la manipulación reduccionista de la misma, que lleva a una idea errónea de su significado antropológico y de su objetivo. Este artículo describe algunas de las diferencias biológicas que aclaran el por qué la sexualidad humana es diferente que la animal, aunque sólo sea desde el punto de vista orgánico. No pretende agotar el tema, pero sí ser el primero de una serie de reflexiones al respecto del mismo que sirvan como reflexiones para una mejor argumentación ética sobre la complementareidad sexual, la finalidad antropológica de la sexualidad, y otros problemas en torno a este tema.
La reproducción humana no es equivalente a la animal, aunque en lo biológico es semejante a la de los animales más evolucionados. En ambos casos es una reproducción sexual, con diferencias entre los sexos respecto a: los órganos sexuales, la funcionalidad genital, la producción de gametos, y el cerebro. La producción de gametos es un proceso homólogo en ambos sexos, lo que significa que tienen mecanismos comunes, pero también diferencias.