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En una subasta de instrumentos musicales de la República
Popular China, se anuncia la salida del Violín Rojo, una pieza única, fabricada
en el siglo XVIII por el luthier italiano Nicolo Bussotti. Qué tiene de
especial ese violín y cómo llegó a China son las preguntas que responde el
canadiense François Girard (Sinfonía en soledad. Un retrato de Glenn Gould)
que,
a través del peritaje del violín por un tasador (Samuel L. Jackson), convierte
la historia en una investigación casi policiaca.
El Violín Rojo está concebido como un viaje a través del tiempo, con cuadros de
los siglos XVIII, XIX y XX, que recorren culturas y lugares tan diversos como
la corte imperial austriaca o la revolución cultural china. Las vidas del niño
prodigio Kaspar Weiss, del músico libertino Pope y de la profesora china Xiang
Pei son los tres episodios principales. Están unidos por dos series de flash-
back: la trágica construcción del violín por Nicolo Bussotti, para su primer
hijo, y su peritaje y subasta.
A las características de film de época con un diseño de producción esmerado y
una banda sonora de lujo, a cargo de John Corigliano añade las de película de
intriga, en que la información se distribuye con parsimonia y cada detalle
cuenta. Larga y compleja, sus diversos
elementos son desiguales: la historia de Kaspar Weiss es una pequeña obra
maestra, modelo de equilibrio y de resolución en punta; mientras que la de Pope
es todo lo contrario, a pesar de que su fuerte contenido erótico ha sido
rebajado en un nuevo montaje. Por otra parte, las transiciones abusan un poco
de la repetición de los mismos elementos. Y en el desenlace, Girard hace que
pujen personajes relacionados con la historia del violín, que quedan reducidos
a tenues sombras, casi caricaturescas.