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El tabaco actúa a través de distintos mecanismos produciendo inflamación y daño pulmonar.
Se han identificado al menos 98 sustancias en el humo del tabaco con capacidad para ser tóxicas a nivel pulmonar. Las más dañinas son los oxidantes, la acroleína, el formaldehido, el óxido de nitrógeno, el cadmio y el cianuro.
La dosis total de tóxico de cada cigarrillo recibido por el pulmón va a variar en función del tipo de tabaco, el volumen y número de caladas y por características anatómicas del pulmón que determinan la distribución de los gases y el depósito de partículas.
Aunque existe menor evidencia que con el tabaquismo activo, se ha relacionado el tabaquismo pasivo con alteraciones del desarrollo pulmonar, EPOC, asma, y otras enfermedades respiratorias. El tabaquismo materno durante el embarazo, muchas veces inseparable del tabaquismo pasivo en la primera infancia, se ha asociado a diversas enfermedades y síntomas pulmonares como riesgo de sibilantes, aumento de la hiperreactividad bronquial, menor desarrollo pulmonar y bronquitis.
Explicación:
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que él cigarrillo no se tiene que consumir porque eso le puede dallar él pulmón de tanto fumar