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Hace dos semanas había escrito un cuento en Twitter sobre un supuesto Eje Moscú–Caracas–Ciudad de México que tuvo gran éxito en la red social en cuestión. Sin embargo, cabe aclarar que dicho relato de ficción se ve que tocó algunas fibras sensibles.
Por ese motivo recibí un mensaje de texto de un teléfono que comenzaba con el prefijo +7, seguido de los números 381-000-0013. En él, un individuo de nombre Misha me pidió conectarme a un chat de la DeepWeb con él para que me contara sus impresiones sobre el texto que publiqué.
Ya en el chat le reiteré que lo mío había sido un cuento, pero me dijo que aquello era lo de menos: como exhacker oficial de Rusia, quería darme su punto de vista, pues el mundo desde su perspectiva está en riesgo a partir de un eje más complejo que se comenzó a gestar desde 1999, entre el entonces –genio– presidente interino de Rusia y el dictador Cubano, quienes involucraron a China y a Venezuela, recién comenzada a ser gobernada por un militar marxista populista, quien poco a poco iría asfaltando el camino latinoamericano hacia un nuevo orden mundial sino-ruso.
El venezolano, seguiría la misma receta cubana: un golpe de Estado. Pero cuando no funcionó, le apoyaron para ganar las elecciones con recursos y asesoría y manipulación electoral. Luego, le marcarían el rumbo a seguir: terminar a la oposición ya fuese por “accidentes” o por exilio. Generar clientelismo marginal que se convirtiera en su tropa de calle a nivel celular, crear una guardia nacional para respaldo militar, y hacer una nueva constitución para poder reelegirse. Todo marchaba viento en popa, hasta que el cáncer lo atacó. Pero no se detendrían por un soldado menos: apoyarían para que México se les uniera y siguieron la misma receta, según el exhacker.
–¿Con qué finalidad?– le pregunté.
–Dominar el nuevo orden mundial –me contestó el exhacker– por medio del empobrecimiento norteamericano.
–¿Cómo?
–Acumulando una gran cantidad de dólares que comenzarán a soltar de reservas al mercado monetario para debilitar la moneda norteamericana –agregó el ahora miembro de la resistencia– seguido de una crisis energética donde ellos dejarán de ser los principales consumidores y comercializadores de gasolinas en América.
–Suena lógico –le contesté– pero casi imposible.
–De acuerdo, pero tuvieron una gran oportunidad: poder intervenir para imponer a un presidente norteamericano al que también pueden derrumbar en caso de ser necesario…
–¿Para qué querrían hacer semejante cosa? –le increpé– ¿Para establecer bases militares de ataque? ¡Ya existe el Tratado INF (por las siglas en inglés de Intermediate-Range Nuclear Forces) para evitar que entre los norteamericanos y los rusos se de una nueva guerra fría y competencia nuclear por el dominio militar mundial!
–Ese tratado lo van a derrumbar –me sentenció– recuerda mis palabras. Este es un plan que ha llevado décadas trazar por el más avezado jugador de ajedrez político de la historia. Y ese estratega arrinconará a su enemigo hasta vencerlo, aunque le cueste el tablero del juego o el planeta mismo
no se si estoy bien amigo xd