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Hubo un punto en la historia de la tierra, en la que todo parecía estar bien, la paz reinaba sobre todas las naciones de la tierra, la guerra ya había pasado, la economía se encontraba bien, los crímenes y delitos eran nulos.
Pues quien los cometía, era encerrado o desaparecía sin dejar ni una evidencia de que existió, así mismo, quien cuestionaba el sistema era castigado suministrándole electricidad, algunos quedaban con secuelas de esta crueldad.
Es cierto que todo parecía estar en paz, pero, como siempre, la codicia y las ansias de poder se encontraban entre los hombres, los canales comunicativos intentaban mostrar un mundo sin problemas, sin errores, todos contentos.
Las esferas danzantesNadie vivía de gratis, casi todos trabajaban, la minoría se divertía en playas de cristalinas aguas y residían en sus mansiones, apartados de todos los individuos de la clase trabajadora, disfrutando de esos lujos que no todos podían poseer.
Siempre había actividades que realizar, todas las personas vivían de una forma obediente, todos sumisos ante la autoridad, ¿Era correcto llamarle un mundo perfecto? No lo sé, lo que, si sé, es que nada se mantiene para siempre.
En algún lugar, en alguna fábrica, en alguna oficina, alguien no trabajaba, no producía, en algún lugar del mundo, alguien bailaba completamente solo y sin música en su horario de trabajo, sólo bailaba, no decía nada, no escuchaba nada.
Los jefes lo reprendieron arrojándole agua, para su sorpresa, eso no lo detuvo, los doctores recogían los hombros y se iban, no tenían ni idea, como no había problema en cambiarlo por otro trabajador, no pusieron especial atención al asunto.
“Alguien se ha vuelto realmente loco, no es el primero… ni será el último.” A la mañana del siguiente día, noticias llegaban de todo el mundo, más personas bailaban solas, por su cuenta, para la tarde, se había esparcido, más y más individuos lo hacían.
Se había declarado como un mal, una enfermedad, algo peligroso, que debía erradicarse de inmediato, los mejores investigadores, profesionales de la medicina, historiadores, académicos fueron convocados, “solucionen esto” fueron sus órdenes.
No había antecedentes para esto, nadie había presenciado esto, y si alguna vez sucedió nunca se registró y pasó al olvido, el miedo y la incertidumbre pronto tomaron lugar, hasta el momento, solo había afectado a la clase trabajadora.
Pero de pronto, a los médicos y científicos se les encontró bailando sin razón, todos podían ser afectados, los que aún no bailaban, sucumbieron ante el temor, los individuos más relevantes se aislaron del mundo en algún punto entre las montañas.
Ahí, apartados de toda vida humana, consideraban sus opciones para acabar con esta epidemia, alguien sugirió abandonar el planeta, tal vez en el espacio estarían a salvo de esto, nadie rechistó, era la única opción que parecía viable.
Así fue como se despidieron del planeta que los vio nacer, llevando consigo a cónyuges, familiares cercanos y provisiones suficientes para sobrevivir muchos años, mientras, la autoridad en el planeta caía en los hombros de un codicioso y malintencionado general.
El perverso general, inmediatamente después de que la nave partió con los mandatarios previos dentro, se dio cuenta de que todo el poder del mundo recaía sobre sus hombros, pues no permitiría que los gobernantes previos regresaran.
A sus propios ojos, el era el individuo que salvaría a la raza humana, un héroe que sería inmortalizado apenas lograra eliminar la enfermedad de los bailarines, se volvió sumamente vanidoso, comenzó a imaginar retratos y estatuas de sí mismo.
De inmediato, ordenó al ejército enviar un equipo de tanques a un pueblo donde el caos reinaba y utilizarlos para eliminar a todo aquel que sin música bailara, los poderosos vehículos partieron con su humo y su escándalo, listos para disparar.
Mientras el codicioso general esperaba el informe del escuadrón de tanques a quienes había enviado a acabar con los bailarines, empezaban a aumentar sus nervios, se sentía muy extraño, sus dedos se movían por su cuenta, no podía detenerlos.
Mientras lentamente sus dedos se movían a un ritmo particular, el general se dio cuenta de que el baile se apoderaba de él, empezó a gritar, no se suponía que el virus le afectara, el sería el salvador, el erradicaría a los bailarines, no sería uno de estos.
Cubrió sus oídos, se resistió todo lo que pudo, pero no fue suficiente, pronto había perdido la consciencia y se encontraba bailando, los tanques se detenían, los conductores habían sido afectados también, el intento había fallado.
Explicación:
No es tan largo
sacar un dibujo de cada página lo más importante del principe feliz