Respuestas
Respuesta:
En la época clásica de la Antigüedad los griegos ya definen a Homero como el "educador de Grecia". En el libro x de República, por ejemplo, Platón caracteriza fielmente la opinión común y tradicional sobre el gran poeta. En su diálogo con Adimanto y Glaucón, Sócrates confronta las difundidas enseñanzas homéricas, puestas en hexámetros, frente a aquellas ideas que deben constituir el núcleo mismo de la enseñanza cívica:
[...] a quienes alaban a Homero diciendo que este poeta ha educado a la Hélade, y que con respecto a la administración y educación de los asuntos humanos es digno de que se le tome para estudiar, y que hay que disponer toda nuestra vida de acuerdo con lo que prescribe dicho poeta, debemos amarlos y saludarlos como a las mejores personas que sea posible encontrar, y convenir con ellos en que Homero es el más grande poeta y el primero de los trágicos, pero hay que saber también que, en cuanto a poesía, sólo deben admitirse en nuestro Estado los himnos a los dioses y las alabanzas a los hombres buenos.1
Más allá de diferencias especiales en los dos modelos educativos, me interesa subrayar que el enfrentamiento entre la poesía admitida en el Estado ideal y aquella prohibida en éste, indica la raigambre de la opinión común en torno a Homero. Como bien afirma Sócrates, existen muchos griegos cuya forma de vida está regida por las enseñanzas vertidas en la tradición poética. Para esos individuos, el fundamento social y religioso de cualquier ciudad-Estado tiene en la poesía homérica su motor cardinal.2 Ésta es la opinión común. Sin embargo, el filósofo ateniense considera errado dejar en manos del poeta la educación de la república. Principalmente por el carácter mimético inherente al canto. Toda poesía, afirma, "se halla a triple distancia del ser" ya que es "imitación" de la realidad mundana que, a su vez, es imitación o "copia" de la realidad en sí misma: la poesía es mimesis de la mimesis. En este sentido, continúa el filósofo: "el imitador no tiene sino un conocimiento insignificante de las cosas que imita". El canto poético es un juego irrisorio desprovisto de todo conocimiento sobre la verdadera realidad, y parece desastroso que saber tan limitado ejerza la misión pedagógica que algunos le encomiendan, pues, en última instancia, el juego poético "implanta el mal gobierno" y, por ello, en lugar de erigir en hombros al aedo, debería tachársele de "traidor al Estado".3
En la República la voz de Sócrates está íntimamente ligada al pensar platónico. Platón critica duramente la sabiduría poética, debido a que busca erradicar su influencia sobre los criterios formativos de la sociedad y el Estado griegos. Los jóvenes con miras a desempeñar cargos públicos son seducidos por la Musa poética, la siguen con entusiasmo y relegan el largo sendero de la enseñanza académica para otro momento: "El poeta es el rival del filósofo, y el estudio de la poesía es una alternativa frente al severo entrenamiento intelectual de la Academia".4 Únicamente desterrando al poeta, el "rey filósofo" —nutrido con el arduo estudio académico— podrá tutelar adecuadamente a su pueblo. Sólo el filósofo sumergido en la contemplación del Bien Supremo logrará que "la Musa filosófica se haga del poder en la ciudad"5 y así el orden ideal reine sobre toda Grecia. Ésa era la esperanza platónica en oposición al paradigma homérico
Explicación: