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La tecnología no es responsable de nuestras decisiones personales. Lo importante sigue siendo la persona, qué tipo de persona somos cada uno.
No salir de casa si no es necesario.
Lavarse las manos bien y con frecuencia. Toser en el codo o sobre un pañuelo desechable, mantener una distancia prudencial de otros personas, evitar tocarse la cara…
Proteger a los vulnerables con nuestra propia precaución. Sumar desde lo personal para #frenarlacurva.
Organizar nuestros días para no desesperar.
Asumir que nuestros actos también cuentan.
Adaptarse a situaciones sin necesariamente culpar (solo) a los demás si todo va mal.
No necesitar insultar al contrario para defender nuestra postura.
Cuidarnos y cuidar.
Las pantallas están ahí, sí, pero somos nosotros los que decidimos cómo, cuánto y para qué las utilizamos.
Siempre se pueden aprender cosas nuevas.
Los prejuicios no ayudan.
Cada uno tiene formas distintas de afrontar situaciones. No hay una única forma correcta de hacer las cosas (salvo quizá en las Matemáticas).
Convivir 24/7 no es fácil, pero es posible.
Las relaciones son un intercambio, no algo unilateral. Reciprocidad significa que para recibir también hay que dar.
Si utilizamos tecnología algo habrá que saber sobre tecnología, igual que pasa con cocinar, conducir, leer, escribir, arreglar coches, construir casas, diseñar ciudades, atender a pacientes, pintar cuadros, pintar paredes o limpiar una cocina. Si estamos utilizando tecnología, estemos dispuestos a aprender algo sobre tecnología.
Responsabilidad es la capacidad que tiene una persona para actuar en forma que no afecte ni origine ningún tipo de daño para sí mismo o para los demás y con conciencia de sus actos. La responsabilidad exige coherencia en el actuar y es acorde a principios, valores o formas éticas.
Quizá lo mas importante que podemos enseñar a nuestros adolescentes es a ser responsables de sus propios actos. Por delante de pedirles uso responsable de la tecnología, estudio responsable o relaciones responsables. Responsabilidad personal. Todo lo demás vendrá después.
No salir de casa si no es necesario.
Lavarse las manos bien y con frecuencia. Toser en el codo o sobre un pañuelo desechable, mantener una distancia prudencial de otros personas, evitar tocarse la cara…
Proteger a los vulnerables con nuestra propia precaución. Sumar desde lo personal para #frenarlacurva.
Organizar nuestros días para no desesperar.
Asumir que nuestros actos también cuentan.
Adaptarse a situaciones sin necesariamente culpar (solo) a los demás si todo va mal.
No necesitar insultar al contrario para defender nuestra postura.
Cuidarnos y cuidar.
Las pantallas están ahí, sí, pero somos nosotros los que decidimos cómo, cuánto y para qué las utilizamos.
Siempre se pueden aprender cosas nuevas.
Los prejuicios no ayudan.
Cada uno tiene formas distintas de afrontar situaciones. No hay una única forma correcta de hacer las cosas (salvo quizá en las Matemáticas).
Convivir 24/7 no es fácil, pero es posible.
Las relaciones son un intercambio, no algo unilateral. Reciprocidad significa que para recibir también hay que dar.
Si utilizamos tecnología algo habrá que saber sobre tecnología, igual que pasa con cocinar, conducir, leer, escribir, arreglar coches, construir casas, diseñar ciudades, atender a pacientes, pintar cuadros, pintar paredes o limpiar una cocina. Si estamos utilizando tecnología, estemos dispuestos a aprender algo sobre tecnología.
Responsabilidad es la capacidad que tiene una persona para actuar en forma que no afecte ni origine ningún tipo de daño para sí mismo o para los demás y con conciencia de sus actos. La responsabilidad exige coherencia en el actuar y es acorde a principios, valores o formas éticas.
Quizá lo mas importante que podemos enseñar a nuestros adolescentes es a ser responsables de sus propios actos. Por delante de pedirles uso responsable de la tecnología, estudio responsable o relaciones responsables. Responsabilidad personal. Todo lo demás vendrá después.
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