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DE LA TRADICIÓN ORAL: LAS COPLAS POPULARES.
MIRAVALLES, Luis
De pronto, en medio de una fiesta, alguien inspirado y estimulado por el yantar y no menos el mejor beber, lanza con buena voz unas frases de fácil rima y graciosa ocurrencia, que los demás corean, jaleando al espontáneo cantor:
El vino en bota
y la mujer en pelota.
No se repara tanto en la melodía como en la letra, muy fácil de retener por la colectividad, que la acepta por considerarla muy oportuna, y acaso con cierta retranca, la cancioncilla hace fortuna y se va repitiendo hasta la saciedad en todas las fiestas, transmitiéndose de pueblo en pueblo, acomodando su decir a las circunstancias, variando una palabra, un nombre, un objeto, un matiz y así de generación en generación se van multiplicando estas coplillas, unas de tema amoroso, otras con un fondo sapiencial, con reflexiones serias nacidas de la experiencia, del duro trabajo cotidiano y también, y por supuesto, las de burla, de sátira contra los pueblos vecinos o para sacar a la luz pública los defectos y vicios de alguien. De este modo nadie en concreto podrá ser acusado como autor, porque todos han intervenido más o menos, en la confección del contenido y del canto. Los recursos expresivos son siempre los mismos, los que más favorecen la memorización de las coplas: palabras que se repiten (anáforas), terminaciones que coinciden (rima) y sonidos muy pegadizos (aliteraciones).
Así dice la copla de fácil recuerdo:
La primera novia que tuve,
todas las “efes” tenía:
Francisca, fresca, fregona,
fea, flaca, floja y fría.
Por otra parte el vocabulario es muy sencillo y muy asequible para todos los vecinos.
En estas cancioncillas están presentes todos los hechos que conforman la vida cotidiana, lo común a todos. Todo ello es lo que constituye el rico patrimonio de las creaciones populares y que expresan la actitud colectiva ante la vida, el amor y la muerte que varían a través del tiempo, de acuerdo con el desarrollo de la sociedad a la que pertenece.
Sería muy difícil inventariar ahora todos los temas de las coplas. No es éste nuestro objetivo. Ya desde la Edad Media existen recopilaciones, en cancioneros, en ocasiones muy satíricas como las coplas de Ay Panadera o las Coplas de Mingo Revulgo, y muchas más que conforman una especie de Codex Gluteo (El Bosco), ironizando contra el clero y la nobleza.
Asimismo tenemos el predominio obsesivo (“machismo”) por vituperar a la mujer:
Compadre, debes saber
que la más buena muger
rrabia siempre por hoder.
Una moçuela de Logroño
mostrado me avía su co…
po de lana negro que hilava.
En la calle de Santiago
una marmota decía
por mucho que tire yo,
tira más la artillería.
La mujer y la sartén,
en la cocina están bien.
Las chicas de Villalpando
tienen las patas de alambre
y un poquito más arriba
un conejo muerto de hambre.
De la costilla del hombre
Dios hizo a la mujer
y como es carne de hueso
es muy mala de roer.
Cuando paso por tu puerta,
TU MADRE ME LLAMA FEO,
si me lo vuelve a llamar
saco la gaita y la meo.
Todas las mujeres tienen
en el pecho dos limones,
y un poquito más abajo
un sargento con bigotes.
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