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siendo valiente y confiando en Dios no te frustres de nada todo pasara
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Definición de vergüenza y autocrítica
La vergüenza es una emoción que pretende ocultar algún defecto o acción nuestra que creemos que, si se viera, podría provocar rechazo. Es una emoción que nos lleva a esconder nuestros fallos, o a caer en exceso de autocrítica para evitar o minimizar la crítica destructiva o el rechazo de los demás. Las críticas que recibimos o tememos recibir y la vergüenza que sentimos activan el sistema de amenaza/protección.
La autocrítica es una conducta verbal que pretende producir un cambio en nuestro comportamiento para conseguir alcanzar nuestros objetivos y evitar nuestros fallos. La autocrítica lleva implícita una autoexigencia de cambiar, que es una parte fundamental de la autocrítica. La autoexigencia consiste en un impulso a cambiar, que a veces viene acompañado por una propuesta concreta de conductas a modificar.
La vergüenza y la autocrítica en la patología
La vergüenza y la autocrítica son conductas que tienen un papel importante en multitud de trastornos psicológicos, por ejemplo, la depresión, la fobia social, etc. y ambas son difíciles de tratar.
La vergüenza, como emoción, es positiva porque va dirigidas a evitar el rechazo social aunque, cuando es extrema o demasiado frecuente puede llegar a ser patológica, y generar sentimientos de depresión y ansiedad.
La autocrítica igualmente es positiva y tiene como misión proponernos nuestra superación y la corrección de nuestros defectos y fallos. También puede ser patológica cuando se convierte en autocrítica destructiva y plantea autoexigencias imposibles o que no estamos emocionalmente preparados para llevarlas a cabo.
Indicios de autocrítica destructiva
Cuando nos encontramos con falta de asertividad, culpándonos, no expresándonos (por ejemplo, no mostrando enfado), no fiándonos de los demás y manteniéndolos a distancia, esforzándonos duramente en ser deseables a todo el mundo o evitando la intimidad, y, sobre todo, cuando nos exigimos cambiar inútilmente aquello que creemos que nos hace rechazables a los demás; podemos pensar que en esos problemas juega un papel importante el exceso de vergüenza y autocrítica.
Hay que tener en cuenta que el impacto que la vergüenza y la autocrítica tienen en la vida de una persona está ligado a dos procesos clave. El primero es el grado de hostilidad, desprecio y odio dirigidos a nosotros mismos que conlleven. El segundo es relativo a la incapacidad de generar sentimientos de ternura, apaciguamiento, de querernos a nosotros mismos y de consolarnos ante los ataques internos o externos (Gilbert, 2006). Las dos generan sentimientos de depresión por la mala valoración que hacemos de nosotros mismos y de ansiedad, porque están asociadas a la amenaza de rechazo social.
Los orígenes de la autocrítica:
La autocrítica tiene una función inicial: la autocorrección. Nos autocriticamos cuando hemos cometido algún fallo, para prevenir o impedir que vuelva a repetirse. Es una función positiva de la autocrítica dirigida a mejorarnos. El problema psicológico aparece cuando la autocrítica se hace excesiva o se hace para otros fines. Si se hace exagerada o no la convertimos en conductas operativas que resuelvan el fallo, puede llegar a ser simplemente un castigo hacia nosotros mismos, por haber errado y ponernos en riesgo de recibir una fuerte crítica externa. Pasando la línea de una autocrítica constructiva, podemos llegar a despreciarnos, y rizando el rizo la propia autocrítica puede convertirse en fuente de autocrítica, porque sentimos el daño que nos hace y fallamos a la hora de acabar con ella.
Gilbert (2006) menciona diversas fuentes de donde se puede originar la conducta sistemática de autocrítica:
La vergüenza la dispara para evitar que se repita la posible causa de rechazo en otras situaciones. La vergüenza puede ser de nuestros propios sentimientos, por ejemplo, podemos sentirnos avergonzados de nuestros sentimientos de agresividad o debilidad y la autocrítica se genera para pretender controlar nuestra ira o nuestra impotencia.
Por condicionamiento operante. Podríamos estar considerándola necesaria para poder mantener nuestro papel en la sociedad, es decir, que la precisamos para esforzarnos en ser queridos o para conseguir desarrollarnos personalmente o para tener a raya las emociones negativas. En este sentido, la autocrítica también puede ser una respuesta anticipatoria de catástrofes sociales predichas por nuestra mente, por ejemplo, “si no trabajas duro o pierdes peso o controlas tus emociones, nadie te va a querer”.
También puede estar asociada a sentir a los demás como no seguros ni serviciales, como críticos que no están dispuestos a ayudarnos a superar el estrés y las dificultades.
Se puede aprender por modelado, es decir, aprendiendo a tratar a los demás como ellos nos han tratado. Padres y maestros pueden enseñarnos a ser autocríticos con su ejemplo.
Explicación:
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