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Respuesta dada por: Yosgarsalv
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Respuesta:

En el 622 Mahoma organiza en Medina una comunidad de fieles que pronto es lo bastante fuerte como para unificar toda Arabia. Tras su muerte en 632, el islam se expande como una mancha de aceite fuera de la península arábiga, aprovechando la debilidad de Bizancio. En doce años,los árabes conquistan Palestina, Siria y Egipto, y aunque su unidad espiritual se rompe al fraccionarse sus adeptos entre sunitas -que sostenían que los califas debían ser elegidos por los fieles- y chiítas partidarios de que el califato estuviera reservado a los descendientes de Mahoma-, la unidad política es mantenida por la dinastía omeya. En un siglo, la expansión árabe llega al Magreb y la península Ibérica por el oeste, y a las lindes de India y China por Oriente, islamizando Mesopotamia, Persia y Afganistán. En el año 751 los ejércitos árabes derrotan a las tropas chinas en la batalla del río Talas en Asia Central. Entre los prisioneros chinos se encontraban algunos fabricantes de papel que fueron llevados a Samarcanda para establecer una manufactura de papel que supuso una transferencia técnica de gran aprovechamiento para el Islam y para el occidente cristiano. En el año 758 había mercaderes musulmanes instalados en Kanfu o Cantón (China) y un siglo después llegaron los chinos a Bagdad. Entre ellos estaban algunos artesanos que transmitieron la técnica de la fabricación del papel, que los árabes extendieron por su área de influencia, incluida Europa. En el siglo IX, China, India e Indonesia sobrepasaban en muchos aspectos (arquitectura, geografía y matemáticas) el nivel de civilización europeo. El islam hizo de puente entre ambos mundos. A partir del siglo X, el mundo islámico se fragmentó políticamente, pero su fuerza religiosa no cesó, difundiéndose por el norte de la India, Sumatra (1290), Malasia (1400), Java y las Molucas (1450-1490). En general, el islam no insistió en la conversión de los pueblos vencidos, al menos cuando se tratara de cristianos y judíos, pues el Corán anima a respetar las religiones del Libro (la Biblia). En cualquier caso, sus relaciones con otras culturas fueron notables en el plano mercantil.

Invasión y gobierno de los turcos selyúcidas (s.X):

A partir del siglo X, los esfuerzos de los califas abasíes, que eran sunitas, por mantener la unidad política islámica fracasan. Distintas dinastías, casi todas chiítas, desafían su autoridad en diversas regiones del teritorio; un espacio extenso que alberga pueblos y etnias muy diferentes. En esta época, los turcos selyúcidas, originarios de las estepas de Asia central y oriental, se establecen en Bagdad y gobiernan en nombre de los abasíes. Instauraron un Estado musulmán basado en el equilibrio entre los militares (turcos) y los burócratas y hombres de leyes (persas o árabes). Sus dirigentes y quienes les sucedieron ya no fueron califas sino sultanes, y sus pequeños reinos prosperaron en el marco de una organización islámica internacional que fue posible gracias a una religión y a una ley comunes, por la lengua árabe y por el desarrollo comercial. La desunión de los emires posibilitó las conquistas cristianas de Nicea, Antioquía y Jerusalén durante la primera cruzada (1096-1099). Repuestos del ímpetu inicial cristiano insuflado por Urbano II, conseguirán rechazar las siguientes siete que se suceden en dos siglos

Expansión musulmana en Africa:

En el norte de Africa, entre los años 900 y 1500, se produjo el encuentro entre las culturas bereber (pastores) y negra (agricultores). Desde Egipto y el Magreb, el islam se expandió hacia el sur por el Nilo y a través del Sahara, difundiéndose entre los pueblos sudaneses. Los mercaderes musulmanes cruzaban el desierto en caravanas de camellos hacia Walata (Malí), llevando sal y armas a cambio de oro, pieles y esclavos. Este comercio estimuló la creación de importantes Estados como el de Ghana (siglos IX al XI), conducido por los Soninka. Otro gran imperio fue el de Malí, cuyo rey Mansa Musa viajó con su séquito a La Meca en 1324, derrochando allí tanto oro que su precio cayó en picado en Arabia y Egipto. A finales de la Edad Media, el reino dominante en el Africa subsahariana era el Songhai, con centro en Gao y Tombuctú, en el valle del Níger. Floreció al abrigo de bellas ciudades amuralladas de adobe, junto a cuyas mezquitas se alzaban prestigiosas universidades.

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