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Las drogas son sustancias que actúan sobre nuestro sistema nervioso central. A nivel cerebral, las drogas actúan sobre los neurotransmisores alterando y perturbando el correcto funcionamiento afectando a la conducta, estado de ánimo o percepción.
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Son varios los efectos que las drogas tienen en el sistema nervioso. Algunos de los principales son:
Cambios funcionales y neuroquímicos en el cerebro
Algunos expertos en los efectos de las drogas en el cerebro afirman que el consumo de estas sustancias provoca cambios neuroquímicos y funcionales en el cerebro. Cuando una persona está bajo los efectos de las drogas o en el craving (intenso deseo de volver a consumir), se activan mecanismo cerebrales complejos. Éstos afectan a las vías de recompensa, los circuitos asociados con la motivación, la memoria y el control cognitivo.
Alteración de las conexiones sinápticas
Un factor que se ha estudiado y comprobado en los últimos años es cómo una adicción puede cambiar la fuerza de las conexiones sinápticas de las neuronas. Especialmente de aquellas que liberan y reciben glutamato, un neurotransmisor excitante. Entre otros perjuicios se han observado pérdida neuronal y problemas neurodegenerativos.
Disminución de los niveles de dopamina
Otros estudios resaltan el papel de la dopamina en el cerebro. Esta sustancia aumenta bruscamente y de manera muy rápida cuando una persona está bajo los efectos de una droga. Según los estudios, el mecanismo principal que mantiene la adicción es la liberación de dopamina al consumir. Esto provoca placer en el adicto y funciona como una falsa señal indicando que dicha conducta facilita la supervivencia o la reproducción.
Este sistema es lo que llamamos vía de recompensa. Ésta registra en el cerebro el recuerdo de la experiencia de los efectos placenteros de la droga para volver a repetirlo en el futuro. De manera natural, las recompensas se logran con esfuerzo y acostumbran a tomar tiempo. En cambio, con las drogas sucede todo lo contrario donde el acceso al placer es directo. En consecuencia, cuando se interrumpe el consumo, el nivel de dopamina se reduce causando disfunciones en el cerebro.
Otro efecto relacionado es la reducción de la capacidad de satisfacción de estímulos naturales como la comida o el sexo. Por otro lado, cuando una persona abusa durante un periodo largo de tiempo de una sustancia, los niveles de dopamina bajan. Es lo que hace el cerebro en un intento por regular estos niveles. Es entonces cuando aparece el factor de la tolerancia: el adicto lentamente necesitará dosis más alta y con más frecuencia para lograr los efectos que la droga producía al principio.
Alteración del ADN
En el desarrollo de una adicción, parece ser que se alternan elementos propios del ADN en el sistema de recompensa del cerebro. También se ha constatado una afectación de los circuitos cerebrales involucrados en la motivación, la memoria y la toma de decisiones. A pesar de ello, todavía no se sabe a ciencia cierta cómo es la relación de estos factores con el abuso de sustancias adictivas.
Aumento del Umbral de placer
Los efectos placenteros producidos por la droga prevalecen por encima de cualquier otro estímulo agradable. Esto ocurre por los desajustes en el umbral del placer. El adicto se ha acostumbrado a niveles de placer muy altos producidos por la sustancia y otro estímulo no es capaz de provocarlo. Esto cobra más sentido cuando la persona se expone a la droga o elementos asociados a ella. El recuerdo de la satisfacción que produce la droga sobreactiva el circuito de recompensa y también disminuye el control cognitivo. Es precisamente por eso, que es muy difícil para un adicto no estar pendiente de si tiene acceso a la sustancia y abandonar el consumo.
Otro aspecto importante es que, si bien un adicto puede llevar varios años de abstinencia, los recuerdos del consumo quedan grabados en su mente. Lugares o experiencias relacionados con la droga pueden reactivar el deseo de consumirla, a pesar del tiempo que haya transcurrido. Por ejemplo, una persona alcohólica que lleva años sin beber puede sentir el impulso de volver a beber cuando regresa al bar que antes frecuentaba. O, por ejemplo, un exadicto a la heroína puede sentir lo mismo si ve una aguja hipodérmica.
Cambios funcionales y neuroquímicos en el cerebro
Algunos expertos en los efectos de las drogas en el cerebro afirman que el consumo de estas sustancias provoca cambios neuroquímicos y funcionales en el cerebro. Cuando una persona está bajo los efectos de las drogas o en el craving (intenso deseo de volver a consumir), se activan mecanismo cerebrales complejos. Éstos afectan a las vías de recompensa, los circuitos asociados con la motivación, la memoria y el control cognitivo.
Alteración de las conexiones sinápticas
Un factor que se ha estudiado y comprobado en los últimos años es cómo una adicción puede cambiar la fuerza de las conexiones sinápticas de las neuronas. Especialmente de aquellas que liberan y reciben glutamato, un neurotransmisor excitante. Entre otros perjuicios se han observado pérdida neuronal y problemas neurodegenerativos.
Disminución de los niveles de dopamina
Otros estudios resaltan el papel de la dopamina en el cerebro. Esta sustancia aumenta bruscamente y de manera muy rápida cuando una persona está bajo los efectos de una droga. Según los estudios, el mecanismo principal que mantiene la adicción es la liberación de dopamina al consumir. Esto provoca placer en el adicto y funciona como una falsa señal indicando que dicha conducta facilita la supervivencia o la reproducción.
Este sistema es lo que llamamos vía de recompensa. Ésta registra en el cerebro el recuerdo de la experiencia de los efectos placenteros de la droga para volver a repetirlo en el futuro. De manera natural, las recompensas se logran con esfuerzo y acostumbran a tomar tiempo. En cambio, con las drogas sucede todo lo contrario donde el acceso al placer es directo. En consecuencia, cuando se interrumpe el consumo, el nivel de dopamina se reduce causando disfunciones en el cerebro.
Otro efecto relacionado es la reducción de la capacidad de satisfacción de estímulos naturales como la comida o el sexo. Por otro lado, cuando una persona abusa durante un periodo largo de tiempo de una sustancia, los niveles de dopamina bajan. Es lo que hace el cerebro en un intento por regular estos niveles. Es entonces cuando aparece el factor de la tolerancia: el adicto lentamente necesitará dosis más alta y con más frecuencia para lograr los efectos que la droga producía al principio.
Alteración del ADN
En el desarrollo de una adicción, parece ser que se alternan elementos propios del ADN en el sistema de recompensa del cerebro. También se ha constatado una afectación de los circuitos cerebrales involucrados en la motivación, la memoria y la toma de decisiones. A pesar de ello, todavía no se sabe a ciencia cierta cómo es la relación de estos factores con el abuso de sustancias adictivas.
Aumento del Umbral de placer
Los efectos placenteros producidos por la droga prevalecen por encima de cualquier otro estímulo agradable. Esto ocurre por los desajustes en el umbral del placer. El adicto se ha acostumbrado a niveles de placer muy altos producidos por la sustancia y otro estímulo no es capaz de provocarlo. Esto cobra más sentido cuando la persona se expone a la droga o elementos asociados a ella. El recuerdo de la satisfacción que produce la droga sobreactiva el circuito de recompensa y también disminuye el control cognitivo. Es precisamente por eso, que es muy difícil para un adicto no estar pendiente de si tiene acceso a la sustancia y abandonar el consumo.
Otro aspecto importante es que, si bien un adicto puede llevar varios años de abstinencia, los recuerdos del consumo quedan grabados en su mente. Lugares o experiencias relacionados con la droga pueden reactivar el deseo de consumirla, a pesar del tiempo que haya transcurrido. Por ejemplo, una persona alcohólica que lleva años sin beber puede sentir el impulso de volver a beber cuando regresa al bar que antes frecuentaba. O, por ejemplo, un exadicto a la heroína puede sentir lo mismo si ve una aguja hipodérmica.
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