• Asignatura: Historia
  • Autor: cristinamtz18121990
  • hace 2 años

Cómo eran las campañas políticas Antes​

Respuestas

Respuesta dada por: Hakiro1113
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Repuesta

Decir que "todo tiempo pasado fue mejor" es generalmente falso e injusto. No se puede negar que hoy tenemos avances a los que no renunciaríamos. Pero no sé si por nostalgia o por qué lo que más he venido echando de menos durante este proceso electoral es lo bonitas que eran las campañas políticas de antes, cuando el entusiasmo y la compenetración popular hacían que se vivieran verdaderas fiestas cívicas. Comparadas con las elecciones de antes, la actual es un bostezo.

Quienes tengan la edad suficiente para recordar esas escenas de antaño me darán la razón. Por ejemplo, antes, casi tan pronto como arrancaba la campaña, los pueblos y ciudades se convertían en un mar de banderas. Para muchos, ostentar el estandarte del partido político de sus preferencias, ondeando garboso en el techo, era un verdadero orgullo. Tanto que no era raro que las banderas se quedaran allí largo tiempo después de las elecciones, se hubiera ganado o perdido, hasta que el sol y el viento terminaban por hacerlas trizas.

Sin orgullo ni pasión. Hoy, esas coloridas escenas prácticamente han desaparecido y me atrevo a decir que no es solo porque hayan cambiado las regulaciones en cuanto a financiamiento de signos externos. Es porque hoy preferimos evitar el peligro de dañar el techo: no hay orgullo o pasión que haga que las goteras valgan la pena.

A pocos días de las elecciones, las ciudades eran tomadas por alegres y bulliciosas "barras" (con no pocos niños y jóvenes), que procuraban apostarse en las esquinas más concurridas o a ambos lados de la calle para lanzar vivas a los candidatos, agitar sus banderas y liarse a gritos con los conductores que pasaran con los colores contrarios en sus carros, sonando rítmicamente la bocina. Aunque no faltaban algunos excesos, por lo general privaba un ardor respetuoso. Se competía de buena fe por tratar de hacer que nuestro candidato se viera más fuerte que sus contrincantes. Familiares o amigos llamaban por teléfono para advertir: "Dicen que ellos los contrincantes tienen tomada San José. ¡Hay que salir a la calle para apoyar a nuestro candidato!". Y así ocurría. La adrenalina hervía en las venas y de inmediato se sacaban carro y banderas para salir al combate.

Más picardías. La gente viajaba fuera de sus vecindarios para concurrir, voluntariamente (no reclutados y arreados en autobús como manada), a las plazas públicas de otras localidades. Al final, para los que tenían carro, era de rigor venirse de regreso en un alegre y cerrado desfile, pitando y haciendo la señal de la victoria a los propios que se situaban al paso de la caravana. Me parece que incluso había más picardía. Siempre recuerdo, por ejemplo, cuando se atacó a Oduber durante su primera campaña, achacándole que su partido no era más que una "argolla". Y este respondió lanzando a la calle unas calcomanías, que sus seguidores lucían entusiasmados, que proclamaban: "¡Otro más de la argolla!".

¿Y ahora? Es posible, lo admito, que otrora se vieran las cosas distintas, dada mi perspectiva de niño de entonces. Pero no me queda duda de que, a la par de aquel fragor apasionado, las campañas políticas de ahora destacan por su insipidez. ¿Hay solución? Quizás. De haberla, tiene que estar en las escuelas y colegios. Educar a niñas, niños y jóvenes en la vivencia democrática tiene que recibir una prioridad más alta que la de atiborrar sus cabezas con fechas, nombres y datos estériles. Y por "vivencia democrática" entiendo la práctica que los ayude a identificarse con las instituciones democráticas y participativas, al mismo tiempo que se les inculca hacerlo con respeto y tolerancia.

El gran reto es revivir el enamoramiento de los costarricenses por nuestro régimen democrático de libertad. De esa manera, lo mejor ya no serán los tiempos pasados, sino los que vendrán.

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