• Asignatura: Historia
  • Autor: ezecoz123
  • hace 2 años

¿Por qué la Ley Sáenz Peña consolidó a los partidos políticos modernos (UCR)?​

Respuestas

Respuesta dada por: juandavidmolina702
0

Respuesta:

Explicación:

La ley Sáenz Peña: un momento culminante de la

Revolución de Mayo de 1810

Por Jorge Reinaldo Vanossi (*)

I. Cuando se pasa revista, a vuelo de pájaro, a la historia argentina, se observa algo que llama poderosamente la atención: es la profunda fragmentación que se ha dado entre las distintas secuencias

históricas de la conformación del Estado nacional, hasta su organización definitiva, en que adquirió

los rasgos y los caracteres que hoy en día ofrece. Todo aquello que en muchos Estados acontece casi

simultáneamente o en un lapso razonable de tiempo, aunque prolongado pero sin grandes fracturas,

entre nosotros se ha dado muy dolorosamente. En términos orteguianos, hemos tenido demasiadas

“subitaneidades del tránsito”.

Veamos simplemente las fechas: la Revolución es de mayo de 1810, pero es al cabo de seis años que

se consuma la Independencia; la definición política en torno a la forma de gobierno, que se confirma

en el momento en el cual quedan definitivamente abandonadas las ideas monárquicas, se concreta

sólo en 1820. La definición final sobre la forma de Estado es otra de las “decisiones políticas fundamentales” que fueron menester para conformar tal Estado, llega recién con el Pacto Federal del 4 de

enero de 1831 y la ulterior adhesión de las demás provincias argentinas. La organización nacional

necesitó todavía veinte años más: sólo en 1852-53 culminará esa obra gigantesca, previa etapa de

honda meditación y selección del pensamiento, a cargo de la brillante generación del 37. Pero la organización nacional llega sin la unión nacional, que no se concretará sino a posteriori de la Batalla de

Cepeda, la Convención Constituyente de 1860 ad hoc, y de la Batalla de Pavón, exhibiendo el resultado de los tres poderes en funcionamiento y de las 14 provincias reunidas bajo la misma autoridad.

Pero quedará aun en suspenso un problema particularmente difícil: el de la Capital Federal. Aquello

que lleva a Alberdi a decir que recién en 1880 se puede hablar de una consolidación de las instituciones nacionales concebidas por la Constitución de 1853. Es decir, veinte años después de la unidad

nacional y a casi treinta años de la Constitución.

Ese año de llegada de 1880, comparado con el comienzo, señala un período de setenta largos años

de vicisitudes institucionales, que fueron jalonando un muy complicado y muy complejo proceso,

pero que tampoco podemos decir, en realidad, que culmina allí, porque a partir de 1880 nuevos problemas se plantean, como que estaban todavía pendientes algunas cuestiones, entre ellas la nada

sencilla de resolver, que era la de la soberanía popular; y esto quería decir la posibilidad de que el

sufragio como herramienta de elección y decisión pasara a ser realmente el verdadero motor para la

constitución de los poderes nacionales. Esa lucha, que en 1890 ya comienza a tener exteriorizaciones

y exhibir el surgimiento de los nuevos partidos políticos nacionales (los partidos políticos orgánicos)

sólo tendrá una satisfacción en la década de 1910, con la famosa reforma electoral del Presidente

Roque Sáenz Peña, que bien se ha denominado “la quimera de un romántico” o “la revolución por las

urnas” (Cárcano), al abrir la posibilidad de hacer pacíficamente un cambio trascendental, que no era

solamente político, sino político y social dentro de la comunidad argentina. En las filas conservadoras

es justo reconocer que fue una de sus figuras más destacadas, el ex Presidente Carlos Pellegrini; acaso

el primero en denunciar la perversión del viejo régimen, mentalizando a su correligionario Roque

Sáenz Peña con una misiva en la que le expresaba que “la generación que logre sacar al país de su

sopor, encaminándolo a las urnas, habrá prestado servicio tan trascendente [a la Nación] como el de

su independencia”(1).

Respuesta dada por: sergiosepulvedaduran
0

Respuesta: mira

Explicación:

Revolución de Mayo de 1810

Por Jorge Reinaldo Vanossi (*)

I. Cuando se pasa revista, a vuelo de pájaro, a la historia argentina, se observa algo que llama poderosamente la atención: es la profunda fragmentación que se ha dado entre las distintas secuencias

históricas de la conformación del Estado nacional, hasta su organización definitiva, en que adquirió

los rasgos y los caracteres que hoy en día ofrece. Todo aquello que en muchos Estados acontece casi

simultáneamente o en un lapso razonable de tiempo, aunque prolongado pero sin grandes fracturas,

entre nosotros se ha dado muy dolorosamente. En términos orteguianos, hemos tenido demasiadas

“subitaneidades del tránsito”.

Veamos simplemente las fechas: la Revolución es de mayo de 1810, pero es al cabo de seis años que

se consuma la Independencia; la definición política en torno a la forma de gobierno, que se confirma

en el momento en el cual quedan definitivamente abandonadas las ideas monárquicas, se concreta

sólo en 1820. La definición final sobre la forma de Estado es otra de las “decisiones políticas fundamentales” que fueron menester para conformar tal Estado, llega recién con el Pacto Federal del 4 de

enero de 1831 y la ulterior adhesión de las demás provincias argentinas. La organización nacional

necesitó todavía veinte años más: sólo en 1852-53 culminará esa obra gigantesca, previa etapa de

honda meditación y selección del pensamiento, a cargo de la brillante generación del 37. Pero la organización nacional llega sin la unión nacional, que no se concretará sino a posteriori de la Batalla de

Cepeda, la Convención Constituyente de 1860 ad hoc, y de la Batalla de Pavón, exhibiendo el resultado de los tres poderes en funcionamiento y de las 14 provincias reunidas bajo la misma autoridad.

Pero quedará aun en suspenso un problema particularmente difícil: el de la Capital Federal. Aquello

que lleva a Alberdi a decir que recién en 1880 se puede hablar de una consolidación de las instituciones nacionales concebidas por la Constitución de 1853. Es decir, veinte años después de la unidad

nacional y a casi treinta años de la Constitución.

Ese año de llegada de 1880, comparado con el comienzo, señala un período de setenta largos años

de vicisitudes institucionales, que fueron jalonando un muy complicado y muy complejo proceso,

pero que tampoco podemos decir, en realidad, que culmina allí, porque a partir de 1880 nuevos problemas se plantean, como que estaban todavía pendientes algunas cuestiones, entre ellas la nada

sencilla de resolver, que era la de la soberanía popular; y esto quería decir la posibilidad de que el

sufragio como herramienta de elección y decisión pasara a ser realmente el verdadero motor para la

constitución de los poderes nacionales. Esa lucha, que en 1890 ya comienza a tener exteriorizaciones

y exhibir el surgimiento de los nuevos partidos políticos nacionales (los partidos políticos orgánicos)

sólo tendrá una satisfacción en la década de 1910, con la famosa reforma electoral del Presidente

Roque Sáenz Peña, que bien se ha denominado “la quimera de un romántico” o “la revolución por las

urnas” (Cárcano), al abrir la posibilidad de hacer pacíficamente un cambio trascendental, que no era

solamente político, sino político y social dentro de la comunidad argentina. En las filas conservadoras

es justo reconocer que fue una de sus figuras más destacadas, el ex Presidente Carlos Pellegrini; acaso

el primero en denunciar la perversión del viejo régimen, mentalizando a su correligionario Roque

Sáenz Peña con una misiva en la que le expresaba que “la generación que logre sacar al país de su

sopor, encaminándolo a las urnas, habrá prestado servicio tan trascendente [a la Nación] como el de

su independencia”(1).

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