Respuestas
Respuesta:
La niña murió al día siguiente. Un ángel a la intemperie frente a la impiedad de los adultos. ¿Cómo podían mil frágiles avecitas de papel vencer el horror instalado en su sangre?
Febrero de 1976.
Toshiro Ueda cumplió cuarenta y dos años y vive en Inglaterra. Se casó, tiene tres hijos y es gerente de sucursal de un banco establecido en Londres.
Serio y poco comunicativo como es, ninguno de sus empleados se atreve a preguntarle por qué, entre el aluvión de papeles con importantes informes y mensajes telegráficos que habitualmente se juntan sobre su escritorio, siempre se encuentran algunas grullas de origami dispersas al azar. Grullas seguramente hechas por él, pero en algún momento en que nadie consigue sorprenderlo. Grullas desplegando alas en las que se descubren las cifras de la máquina de calcular. Grullas surgidas de servilletas con impresos de los más sofisticados restaurantes... Grullas y más grullas. Y los empleados comentan, divertidos, que el gerente debe de creer en aquella superstición japonesa.
—Algún día completará las mil. —cuchichean entre risas— ¿Se animará entonces a colgarlas sobre su escritorio?
Ninguno sospecha siquiera, la entrañable relación que esas grullas tienen con la perdida Hiroshima de su niñez. Con su perdido amor primero.
[1] Pequeña isla situada en las proximidades de la ciudad de Hiroshima.
[2] Estera que se coloca sobre pisos, en las casas japonesas tradicionales.
[3] Breve poema de diecisiete sílabas, típico de la poesía japonesa.
[4] Faja que acompaña al kimono.
[5] Vestimenta tradicional japonesa, de amplías mangas, largas hasta los pies y que se cruza por delante, sujetándose con una especie de faja llamada obi.
[6] Verso de una popular canción infantil japonesa.
[7] Tela cuadrangular que se usa para formar una bolsa, atándola por sus cuatro puntas después de colocar el contenido.
[8] Diminutivo de Toshiro.