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1. El ejemplar de Poesías de Silva anotado por Juan Ramón
José Asunción Silva comenzó a ser conocido en España a partir de 1899, tres años después de su muerte. Como en casi toda Hispanoamérica, este conocimiento se limitaba prácticamente al «Nocturno», que los jóvenes modernistas veían como una expresión admirable de sus propios sentimientos y búsquedas formales. Durante los años siguientes, en los que se libró en España la batalla modernista, el poema se difundió, se imitó y parodió1. Pero hasta 1908 no se publicó la primera edición de la obra de Silva: Poesías, por la editorial Maucci, de Barcelona, con prólogo de Miguel de Unamuno. Aunque llena de errores, durante años constituyó la base para el conocimiento de Silva en todo el mundo hispánico2.
En la biblioteca particular de Juan Ramón, en Moguer, se conserva un ejemplar de esta edición subrayado y anotado por él a lápiz morado y, en ocasiones, a lápiz negro. Graciela Palau de Nemes dio noticia del libro y copió, aunque incompleta, la anotación final3:
Que lástima de libro! Sólo debieron reunirse las cosas más bellas. Que eran, por otro lado, suficientes para la inmortalidad de Silva!
Punto y seguido Juan Ramón añade: «Índice:». Y nada más. Pero este índice en blanco, suponemos que de lo que para él eran «las cosas más bellas», las únicas que deberían haber figurado en el libro, puede reconstruirse por las notas anteriores, con las que va calificando de forma explícita bastantes de los poemas.
De una parte están los poemas que valora positivamente y que pueden agruparse, según su orden de aparición, de la siguiente forma. Primero, «Los maderos de San Juan», al final del cual anota:
Admirable! Tiene una fuerza, un encanto interior! Como el Nocturno. Este es el espíritu de Silva. Qué música en ese están! Qué incoherencia tan apretada! Y esas palabras melancólicas!
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