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Respuesta:El día 20 de julio de 1969 se produjo el fenómeno más paradójico de cuantos
registra la historia de la humanidad: el hombre, creyendo descubrir la luna, descubre
la tierra. Muchos millones de personas lo han visto desde entonces gracias a las
cámaras de televisión instaladas en la nave Apolo 11. Nei1 Armstrong desciende
torpemente por la escalera externa del módulo lunar y tras poner pie en la luna
pronuncia su célebre frase: "un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la
humanidad". Nada había fallado en esta ambiciosa misión, ni siquiera la puesta en
escena, lo que llevó a más de uno a dudar si de verdad aquellas imágenes eran reales
o tan sólo un artificio cinematográfico.
La llegada del hombre a la luna se había culminado con éxito, demostrando así
como las más grandes fronteras se precipitaban ante la tenacidad y el ingenio
humano. No obstante, todos cuantos estaban siendo testigos de aquel evento glorioso
tardaron en percatarse de que otra imagen, en apariencia insignificante, quedaba
grabada en la memoria colectiva de la humanidad y habría de traer consigo una
profunda transformación en nuestra concepción del mundo. Desde la escotilla del
módulo de mando de su cápsula espacial, Neil Armstrong no puede contener la
emoción al contemplar nuestro planeta: la tierra es una esfera de reducidas
dimensiones, maravillosamente esmaltada en tonos blancos y azules.
Así es, vista desde el espacio, la tierra era un minúsculo punto, plenamente
abarcable con el pulgar de una mano. Desde esta nueva perspectiva, no sólo
podíamos destronar a nuestro planeta como centro del universo, sino también
apreciarlo desnudo de misterios, absolutamente y para siempre diáfano. ¿A dónde
habían ido a parar los dos infinitos de Pascal, inabarcables para el hombre? ¿o la
increíble proeza de haber ampliado las dimensiones del mundo tras el... Explicación: