Respuestas
La etapa que se inicia a los 31 años y se extiende hasta los 45 se caracteriza por un incremento en los ingresos producto del crecimiento profesional. Asimismo, se incrementan los gastos, especialmente los originados en la formación de la familia propia y la crianza de los hijos. Las inversiones se orientan a conformar el patrimonio de la familia, adquirir la vivienda (con fondos propios o financiados con créditos hipotecarios), automóviles y ahorrar para la educación de los hijos.
Desde los 46 y hasta aproximadamente los 55 años, los ingresos se encuentran en el tope de una consolidación profesional. La mayoría de los individuos finalizan la conformación de su patrimonio básico (terminan de pagar hipotecas), comienzan a adquirir activos contrayendo poca deuda (o sin ella) y comienzan a pensar en su retiro. Generalmente en esta etapa, los individuos están dispuestos a tomar algo más de riesgo y diversifican inversiones.
Entre los 56 y 65 años, los ingresos tienden a estabilizarse para luego declinar; a su vez los gastos relacionados con la manutención y educación de sus hijos disminuyen. Las personas consumen algunos productos de lujo orientados a disfrutar, por ejemplo adquieren automóviles más caros, dado que ya tienen sus necesidades básicas cubiertas. La cartera de inversiones en esta etapa tiende a aumentar, producto de un menor nivel de gastos y de un deseo de incrementar el stock de dinero para el futuro.
La etapa que comienza a los 65 años se caracteriza por la disminución de los ingresos. El nivel de consumo dependerá del ahorro pasado y de la renta de las inversiones efectuadas. Asimismo, los instrumentos financieros al alcance disminuyen, por ejemplo se dificulta el acceso al crédito. En esta etapa las inversiones serán conservadoras orientadas a obtener una rentabilidad moderada, resguardando el capital invertido. Adicionalmente se tiene en cuenta la liquidez de las mismas para hacer frente a gastos imprevistos. El consumo está orientado a disfrutar.
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