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Enhorabuena Presidente. Usted ha logrado un gran éxito en las urnas, un éxito que es fruto de su ilusión, tesón y convicción. Lleva toda una vida trabajando, lleva más de una década luchando contra el correísmo y sus abusos, de manera valiente y decidida. Y en los últimos dos meses ha sido capaz de sumar 35 puntos a su candidatura. Es todo un logro que merece ser estudiado en el marketing político. Un éxito que no es solo suyo, han sido miles los ecuatorianos que han colaborado en su triunfo con denuedo y entusiasmo para lograr un cambio. Han sido miles los vídeos, las iniciativas, los llamados, las campañas hechas de manera descentralizada y libre para luchar contra las mentiras y los abusos. Muchos de quienes han contribuido a su victoria no necesariamente coinciden con usted en todos los aspectos, pero lo han hecho confiando en su palabra, en su capacidad de dialogar y no olvidar las promesas hechas, de respetar a quien piensa diferente y de lograr acuerdos por el bien de todos. Usted se enfrenta a una tarea ímproba: 10 + 4 años de correísmo han destrozado la economía y la institucionalidad de Ecuador. Hay un tercio de ecuatorianos que está bajo la línea de la pobreza y dos tercios que no tienen empleo adecuado. Además, tras la pandemia, la economía ya debilitada, está paupérrima. Peor aún, no hay institucionalidad para garantizar, por ejemplo, la completa independencia y diligencia de la justicia. Si usted tiene la tentación de influir en ella sería venganza y despotismo, que es lo opuesto a la justicia y a la democracia. Garantizar que cada dólar gastado por el Estado se emplee de manera eficiente por el bien de los ciudadanos. Vigilar cada proyecto y cada ministerio, especialmente en salud, dónde confiamos en la labor de su binomio, el doctor Alfredo Borrero. Pero también en educación, infraestructuras, integración comercial (Alianza del Pacífico), política fiscal, laboral. Es tanto lo que hay que hacer…y ni siquiera tiene una mayoría en la Asamblea. Usted cometerá errores: es humano. Usted no podrá lograr lo que se ha propuesto: la situación es demasiado complicada. Y usted está en política, que puede ser muy sucia. Vivirá traiciones, deslealtades, y es probable que hasta abusos y corrupción de quien menos se lo espere. Por eso sí que le pido, humildemente, que nunca olvide por qué ha llegado hasta Carondelet, por qué ha sido la inspiración para millones de ecuatorianos. Que no olvide ni por un instante qué es lo más importante en usted y en su nuevo cargo: sus principios y valores. Me despido deseándole el mayor de los éxitos, pues desde ahora su éxito en la gestión es el éxito de todos los ecuatorianos.