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Respuesta:
Explicación:
La producción conjunta de muchos de
quienes durante décadas se entretuvieron en denostarlo es eclipsada con esta sóla obra juvenil
que, aún hoy, es considerada en las grandes cátedras de historia de las universidades
europeas y norteamericanas como un "clásico" imprescindible para el estudio de la clase
obrera en los primeros tiempos de la revolución industrial. Por si lo anterior fuera poco, los
escritos de Engels sobre diversos temas de la sociología, la historia, la filosofía, la ciencia
política y el arte y la técnica militar continúan atrayendo la seria atención de los mejores
especialistas. ¿Cómo ignorar la creatividad puesta en evidencia en sus estudios sobre la
insurgencia campesina en Alemania, sobre la articulación de ideas e intereses en los procesos
sociales, sobre la vinculación entre patriarcado y propiedad privada, o sobre las formas
variables del bonapartismo en las sociedades capitalistas? Una cuidadosa y desapasionada
evaluación de su producción intelectual es una tarea enorme, que una vez concluida pondría
de relieve una figura de una estatura intelectual muchísimo mayor de la que hemos sido
inducidos a creer.
Pero no son ésos los únicos méritos de Engels. Hay otros mayores: fue nada menos que el
interlocutor privilegiado –casi exclusivo– de Marx durante cuarenta años. Fue, por eso mismo,
testigo, consejero, crítico y, como ya es sabido, silencioso e invisible coautor de algunas de las
más importantes aportaciones teóricas plasmadas en su obra. Desde el momento en que se
encontraron por primera vez Marx advirtió que ese joven, dos años menor que él, era un
intelectual formidable, cuya palabra nunca desestimó y cuyo consejo siempre buscó hasta el
último día de su vida, apagada en 1883. Un talento a quien Marx confió, en reiteradas
oportunidades, la redacción de trabajos que luego se publicarían con su firma. Varios artículos
del New York Daily Tribune –donde originalmente se publicara El dieciocho brumario– fueron
escritos por Engels a pedido de Marx. Por otro lado, éste aceptó asimismo escribir largas
secciones o fragmentos de obras que más tarde aparecerían con la firma de Engels, como el
décimo capítulo de la Segunda Parte del Anti-Dühring. En esa declarada admiración de Marx
por su amigo, benefactor, compañero de militancia e interlocutor intelectual juega por cierto un
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papel decisivo el hecho de que haya sido este joven burgués de Barmen quien invitara al hasta
entonces filósofo de Tréveris a adentrarse en el camino de la economía política, una disciplina
prácticamente esotérica en la atrasada Alemania de la primera mitad del siglo xix y a la cual
Engels tuviera acceso favorecido en parte por los intereses comerciales que su familia poseía
en Gran Bretaña. A Engels debe Marx nada menos que el haber llamado su atención sobre las
potencialidades que encerraba la economía política clásica para el análisis del capitalismo y la
sociedad burguesa, y para el desarrollo del pensamiento y la práctica del socialismo.
Fue en virtud de esa gratitud y reconocimiento que Marx sentía le debía a Engels en el plano
intelectual, y que no pocas veces hizo público, que le confió la publicación del segundo y tercer
tomo de El capital, incluyendo la corrección de cada pliego y la resolución de algunos cruciales
problemas teóricos pendientes en el manuscrito original. Ya en el famoso "Prólogo" a la
Contribución a la crítica de la economía política Marx había reconocido su deuda intelectual
con Engels, quien en su Umrisse zu Einer Kritik der Nationalökonomie de 1844 habría
planteado "un genial esbozo de una crítica de las categorías económicas" (Marx, 1979, p. 6).
Esta confesada admiración por el talento y la agudeza intelectual de Engels quedó plasmada
en dos frases memorables de Marx: "Engels, el hombre más culto de Europa", dijo en una
oportunidad; y en otra, refiriéndose a su amigo lo describió como "Un verdadero diccionario
universal, capaz de trabajar a cada hora del día o de la noche, comido o en ayunas, veloz en
escribir y en comprender como el mismo diablo" (Gustafsson, 1975, p. 47). Esta recíproca
confianza y admiración en el talento del otro hizo que, tal como Engels lo narrara en una
oportunidad, en:
la división del trabajo que existía entre Marx y yo me ha tocado defender nuestras opiniones en
la prensa periódica, lo que, en particular, significaba luchar contra las ideas opuestas, a fin de
que Marx tuviera tiempo de acabar su gran obra principal.