En un lugar alejado del ruido de la ciudad, vivía Salvador, un niño
de diez años.
Una noche, soñó que jugaba en un círculo de niñas y niños de
distintas edades, con ropa de distintos colores. El juego consistía
en lanzarse una bola muy luminosa desde la altura del corazón.
Cuando la bola luminosa llegaba a su niño-destino, a este se le
iluminaban los laditos oscuros de su vestimenta y cambiaba de
color a una combinación de su color con el del niño que le lanzó
la bola y ambos brillaban más. Así, por ejemplo, si un niño azul
le lanzaba la bola luminosa a otro rojo, este se volvía morado.
De esta manera, las niñas y niños no permanecían de un solo color, sino que iban cambiando de color
constantemente. Pero siempre brillaban más y más. Inclusive, había niñas y niños vestidos con matices de un color;
por ejemplo, había azul noche, azulino, azul celeste, azul cielo serrano, azul cielo amazónico, azul costeño, azul
playero…
Así que ¿se imaginan la cantidad de combinaciones de colores que se formaba en la ropa de las niñas y niños? …
¡Infinitos!
Asustado, Salvador despertó y corrió a la cama de su abuelo Saturnino, quien siempre tenía una explicación
porque era tan viejito que sabía mucho de la vida. Don Nino, luego de escuchar el relato del sueño, conversó con
el niño así:
—Nieto mío, la luz que todas las personas proyectamos hacia afuera es producto de la luz interior. Lo que soñaste
lleva una enseñanza.
—Pero, abuelo, ¿cómo se forma esa luz interior en las personas? ¿Qué
enseñanza tiene mi sueño?
—La luz interior se forma con las ideas, creencias, valores, emociones
y sentimientos que cada uno tiene. Estos elementos mentales generan
una química que forma esa luz interna que se proyecta en actos y
actitudes hacia nosotros mismos y los demás. —¿Una química,—Nos comportamos producto de nuestras ideas, valores, sentimientos y demás elementos que te he
mencionado. Al actuar, generamos la producción de ciertas hormonas en nuestro cuerpo. Yo te voy a mencionar
como ejemplo las que se llaman “el cuarteto de la felicidad”: la oxitocina, la serotonina, la endorfina y la
dopamina.
—¿El cuarteto de la felicidad? —Sí, mi niño. Cuarteto porque son cuatro y son importantes porque la felicidad te
mantiene con salud.
—A ver, me vas a tener que explicar luego eso de las hormonas, abuelo. Ahora dime ¿qué enseñanza crees que
tiene mi sueño?
—Pues, que cada uno da lo que tiene…dentro. Hay que cuidar, enriquecer, hacer bonita nuestra luz interior para
que nuestra bola luminosa sea también bonita, con mucha energía y ayude a la otra persona a la que llegue, para
que brille más. Ello ayuda a que estemos sanos y a la salud de los otros.
Algo más, abuelo, ¿qué significa que cada niña o niño tenía un color distinto?, ¿por qué no había dos iguales y sí
matices de color?
—Porque cada ser humano es diferente al otro; mira que al combinarnos —o sea, al convivir— nos influimos
entre todos, como la combinación de colores. Por eso, todo lo que hacemos o decimos a otras personas no solo
influye en ellas, sino en todos a la vez. Al lanzarles nuestra bola iluminada a otros, podemos ayudarlos a variar loscolores de su vida, a brillar y a sanar.
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que su sueño tenía una enseñanza
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