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Las islas Galápagos son un archipiélago situado en el océano Pacífico a casi 1000 kilómetros de distancia de la costa ecuatoriana.
¿Cuál es el origen de las Islas Galápagos?
Las Galápagos deben su origen a un "punto caliente", donde el magma del interior de la Tierra brota, a través de la corteza, formando volcanes sobre el suelo oceánico. Ese punto es estacionario, pero los volcanes están asentados en la placa tectónica de Nazca que se desplaza de oeste a este unos 4 cm cada año.
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Explicación:
Las islas Galápagos son un archipiélago situado en el océano Pacífico a casi 1000 kilómetros de distancia de la costa ecuatoriana. La visita de Charles Robert Darwin a las Galápagos en 1835 duró cinco semanas, y sólo pasó diecinueve días desembarcado en cuatro de las doce grandes islas: San Cristóbal, Floreana, Santiago e Isabela.
Esta corta visita es narrada como un momento clave en la historia de la cosmología occidental, como el clímax de un proceso de secularización y el inicio de la comprensión científica de nuestro origen como organismos vivos (Quiroga y Sevilla 2016).
Antes de la publicación de El Origen de las Especies, en 1859, realmente no existía una buena respuesta alternativa a la pregunta de cómo llegó todo a existir (Dennett 1995). La única respuesta posible se basaba en la idea de un acto divino de creación. Eso es lo que William Paley (1802), el más importante representante del argumento del diseño inteligente, había dicho en su clásico Natural Theology escrito en 1802. Este autor desarrolla un argumento construido en torno a una serie de ejemplos que incluyen el encuentro con las piezas dispersas de un reloj, la comparación del ojo con un telescopio y la existencia de estructuras mecánicas finamente adaptados en los animales, como las articulaciones que funcionan como bisagras. Paley argumenta que todos estos ejemplos conducen a la deducción de la existencia de un creador inteligente. Su argumento es muy poderoso y reta a cualquier filósofo a construir una respuesta alternativa. Darwin enfrentó directamente el argumento de Paley afirmando que si existen diseños fantásticos en la naturaleza, pero que la selección natural permite explicar el diseño sin acudir a un diseñador.
Las islas Galápagos son consideradas como el lugar donde se guarda la clave del pensamiento de Darwin sobre la teoría de la evolución. Casi un siglo después de la publicación de su gran obra, Julian Huxley, biólogo evolutivo, el primer director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y el nieto del confidente de Darwin T.H. Huxley, escribió que eran las curiosas plantas y animales del archipiélago las que más que ninguna otra cosa convencieron a Darwin del hecho de la evolución (Eibl-Eibesfeldt 1958). La cita de Huxley refleja una idea popular de que Darwin descubrió la evolución en las Galápagos. Esta narración de descubrimiento se reitera hoy en día en los reportajes de viaje a las islas, los documentales sobre naturaleza y la publicidad turística (Hennessy 2016).
Varios autores cuestionan esta narrativa, Frank Sulloway (1982a, 1982b, 1983, 1987, 2009), por ejemplo, propone que la conexión entre un momento particular que ocurrió durante la visita de Darwin a las Galápagos y su formulación de la teoría de la evolución es una construcción. Elizabeth Hennessy (2016) identifica esta construcción más bien como el producto de un momento particular en el surgimiento de un nuevo paradigma en las ciencias biológicas en el siglo XX y como un proceso político para producir políticas para el manejo del archipiélago. La falta de cuestionamiento sobre el rol que cumplieron las Galápagos en el pensamiento de Darwin también ha beneficiado la construcción de un concepto eurocéntrico de las islas, su historia humana y sus luchas por la conservación. A través de esta perspectiva dominante, las islas son vistas principalmente como parte de una comunidad internacional y sus esfuerzos por mantener un laboratorio de selección natural: las Islas que Darwin vio. Cualquier conexión con el Estado ecuatoriano es inútil e irrelevante.
A su vez, Edward Larson (2001) presenta un ejemplo de esta tendencia. Larson vincula constantemente la historia de las islas Galápagos con diversos intereses internacionales -principalmente científicos-, sin contemplar el hecho que las Galápagos es parte del territorio del Ecuador desde 1832 y que el Estado, sus élites y poblaciones migratorias han forjado el destino del archipiélago. Además, estas han desempeñado un papel importante en la política local y en el discurso del Estado ecuatoriano (Sevilla 2016b).
Sulloway (1987) traza esta leyenda en la historia de la ciencia en función de tres elementos fundamentales. El primer mito es que Darwin tuvo una conversión de tipo eureka durante su breve visita a las islas Galápagos. Este mito sugiere que el naturalista inglés arrojó las restricciones de su pensamiento creacionista cuando fue confrontado con la evidencia abrumadora del archipiélago. El segundo mito es que las islas presentaron a Darwin un paradigma básico para su teoría. Esta concepción argumenta que el concepto de selección natural fue construido en gran medida con la obtención de pruebas tomadas durante la visita al archipiélago. El tercer mito se basa en la idea de que Darwin dedujo, sin ayuda de nadie más, casi todo lo que hay que saber acerca de la evolución en las Galápagos.