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Respuesta:
a historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí.
En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana: bailarín que danza con una pelota leve como el globo que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez.
El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohibe la osadía.
Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad.
Eduardo Galeano (1995). El Fútbol a sol y sombra,
"El fútbol es el único idioma mundial aparte de la ciencia"
-Lawrence Kitchin (1966)-
"Mientras un jugador no domine el balón con todo el cuerpo, como es debido, mientras no haya un espíritu más ofensivo, mayor coordinación y velocidad en el ataque, más ganas de ganar en buena ley, más divertido será seguir viendo los partidos de la muchachada en los baldíos y potreros".
-Augusto Roa Bastos (1966, pp.301).
1. Síntesis histórica
En este apartado seguiremos el trabajo de Hernández Mendo (1996), donde se manifiesta la dificultad de demostrar la relación que existe entre el juego romano y las distintas variantes del fútbol practicado en la Edad Media. Los únicos documentos que existen son proclamas en nombre del rey intentado abolir este tipo de juego. En estos juegos el número de participantes era ilimitado en ambos bandos y las porterías estaban muy distanciadas. Una de las razones por las cuales se llevaban a cabo estos juegos era delimitar propiedades o preservar los privilegios y derechos locales de cada equipo. Parece demostrado el profundo arraigo de este juego en las costumbres del pueblo británico, a pesar de los continuos intentos de prohibición seguía practicándose. Young (1968) recoge algunas de esas proclamas, como por ejemplo una de Eduardo II en 1314: "Por cuanto que hay un gran ruido en la ciudad causado por el botar de pelotas muy grandes (...) y por las que muchos males podrían derivarse y que Dios prohíbe; ordenamos y prohibimos en nombre del Rey, bajo pena de prisión, que tal juego se vuelva a jugar en esta ciudad en el futuro" (pp. 35). En el año 1349 Eduardo III escribía a los gobernantes de Londres quejándose de que "las habilidades para disparar con arcos se han perdido prácticamente del todo en beneficio de juegos inútiles y desorganizados" (Young, 1968, pp.38) entre los que se cita el fútbol. En 1389 Ricardo II restablece la prohibición en términos absolutos,
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