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La dedicación de Ramón Menéndez Pidal a la figura histórica de Rodrigo Díaz de Vivar y al Cantar de Mio Cid, que había comenzado con la magna edición del Cantar de Mio Cid. Texto, gramática y vocabulario (3 vols.,1908-1911), y seguido con la publicación de La España del Cid (1929), supuso un inestimable aluvión y una incesante criba y revisión de datos, hasta el final de sus días. En la obra pidaliana, el riguroso uso de información documental subraya siempre la extraordinaria significación histórica y simbólica del Cid. Se le reprocha al filólogo e historiador una exagerada estima del valor histórico del Cantar, y la consiguiente minusvaloración de su condición primordial de obra literaria, de obra de ficción. Pero Menéndez Pidal interpretaba sus datos &emdash;tal vez erróneamente a veces&emdash;, partiendo del deslinde previo insoslayable entre verdad histórica y realidad literaria, deslinde que él contribuyó como nadie en su momento a fijar, y en el que los estudios del último cuarto de siglo han seguido incidiendo, tratando de enfatizar su fractura con una visión pidaliana todavía excesivamente historicista, pero advirtiendo, sobre todo, que, desde el mismo siglo XI en el que Rodrigo Díaz de Vivar vivió, la persona, el personaje literario (no sólo el del Cantar, sino los distintos Cides de una tradición plural y compleja) y el símbolo se han presentado profusa y en muchas ocasiones confusamente amalgamados. Esa advertencia se ha hecho denuncia en la crítica histórica y literaria de los últimos treinta años, con una llamada de atención &emdash;y parece la alerta continúa siendo necesaria&emdash; ante el hecho de que estos tres aspectos del Cid han de ser claramente disociados, si se quiere que sigan manteniendo una relación comunicante rica y abierta, como la que muchas veces los ha iluminado recíprocamente.
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espero que te sirva mi respuesta
por favor me puedes dar corona
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#3
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es el punto #3 ☺ FELIZ TARDE