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Un ejemplo podría ser: "La tunda"
Una mujer monstruo con similitudes con un vampiro que atrae a las personas hacia los bosques y los retiene cautivos allí.
A veces adopta la forma de un ser querido, como parecerse a la madre de un niño, con lo que logra atraer al niño hacia el bosque, allí los alimenta con langostinos que ha desarrollado (camarones peídos) para así mantener a sus víctimas dóciles en una especie de estado de trance. Esto es denominado entundamiento y se dice que una persona se encuentra entundado(a).
Las comunidades temen mucho a esta visión, como se le llama, y para que devuelvan a los niños que fueron entundados, realizan rituales afros, se reúnen con los padrinos y llevan el bombo con cánticos alegres, eso hace que la tunda se aleje y deje a sus víctimas libres.
El escritor ecuatoriano Adalberto Ortiz recrea la leyenda como parte de la trama de su cuento La entundada (1971).
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Mitología esmeraldeña: Las maldades y andanzas del Riviel
Según esta popular historia de la tierra esmeraldeña, que se inscribe en el folclore factual, narrativo y mágico, el Riviel es un ánima en pena que se desplaza misteriosamente por las noches en las aguas de los ríos.
14 de septiembre, 2014 - 00h00
Según esta popular historia de la tierra esmeraldeña, que se inscribe en el folclore factual, narrativo y mágico, el Riviel es un ánima en pena que se desplaza misteriosamente por las noches en las aguas de los ríos, provocando espanto a los infortunados individuos que se cruzan en su camino.
Viaja a bordo de una canoa mocha en forma de ataúd, lleva una cruz que le sirve de canalete y un candil de débil luz que va en la proa de la frágil embarcación.
El Riviel gusta de asustar a las víctimas y se les acerca sigilosamente para propinarles repetidos canaletazos que las hacen caer al agua, donde las zambulle con la intención de ahogarlas. Todas estas maldades las festeja en medio de risas y carcajadas maliciosas.
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Para evitar que se les acerque, los trasnochadores suelen llevar en sus canoas una atarraya, anzuelos, arpones y otras herramientas propias de las faenas de la pesca, que sirven como amuletos y repelentes de la visión.
Sobre el Riviel hay una interesante historia que se repite entre los afrodescendientes, aquella de que la visión se suele mimetizar como un joven simpático, parrandero y cantor que se presenta en los bailes de marimba de los afro.
El bullanguero intruso solo es descubierto por los asistentes cuando de sus tobillos salen lucecitas verdes al bailar, y entonces cunde el terror que echa a perder el jolgorio. Pero los viejos aconsejan que para librarse de su presencia hay que gritar: ¡atarraya!, ¡arpón!, ¡chinchorro!, ¡anzuelo! y nombres de otros adminículos para pescar. Igualmente, rezar la oración llamada La Magnífica, que también da resultado.