Respuestas
Respuesta:
La pequeña oruga verde
Explicación:
Hace algunos años nació en la copa de un árbol una pequeña oruga de color verde llamada Beth, que tenía grandes ojos cafés con largas pestañas. Cuando Beth nació, todos se pusieron muy contentos, pues nunca había existido una oruga tan alegre y risueña como lo era la pequeña Beth.
Pasó el tiempo y la verde oruga Beth crecía con rapidez, pasaba las mañanas comiendo hojas, vegetales y frutas, que eran su comida preferida, y en las tardes se sentaba en las raíces de algún bello árbol a mirar a las mariposas volar bajo el cielo azul.
Las mariposas son las criaturitas más lindas que existen, tienen grandes alas coloridas, las cuales sacuden para elevarse y volar entre los rayos del sol radiante; sus ojos son grandes adornados con coquetas pestañas, y sobre su cabeza tienen antenitas que se encrespan bellamente. Las mariposas pasan el día volando de un lado a otro, tomando el sol y dándole besitos a las flores para así alimentarse con su delicioso polen.
Beth también quería tener grandes alas y volar bajo el cielo azul atrapando rayos de sol, pero ¿cómo podría? Ella sólo era una pequeña oruga verde. Así que Beth se levantaba de las raíces del árbol en el que estaba sentada, y se arrastraba lentamente hasta su casita.
Un buen día, mientras Beth comía las hojas de una pequeña planta, se posó a su lado una bella mariposa de alas violetas, para tomar el sol tranquilamente. Beth estaba emocionada y sorprendida, nunca había visto una mariposa tan cerca.
“Hola-dijo tímidamente la pequeña oruga- eres muy linda”
La mariposa de alas color violeta, sacudió coquetamente sus pestañas y le sonrió a Beth mientras se acercaba a ella.
“Gracias, tú también eres muy linda –dijo la mariposita sacudiendo con gracia sus coloridas alas”
“Yo no soy linda –dijo triste Beth- soy una simple y verde oruga, nada más”
“¡Claro que no! –aseguro sacudiendo sus encrespadas antenas la mariposita- Tienes los ojos cafés más lindos que he visto, y cuando seas una mariposa, serás una mariposa muy linda”
“¿Ser una mariposa yo? – preguntó confundida la pequeña oruga- ¿cómo puede ser eso posible?”
“Yo alguna vez también fui una pequeña oruga, como tú. Soñaba noche y día con ser una linda mariposa, volar entre las corrientes de suave aire y darle besitos a las flores para que me dieran de su suave polen, por eso siempre comía de las mejores hojas, para estar sana y fuerte- comenzó a explicar la mariposita acercándose más a la verde oruga- Fui constante y nunca deje de esforzarme o perdí la esperanza. Luego un día, mientras caía en sol, comencé a construir mi crisálida y dormí en ella… Al despertar tenía estás lindas alas violetas – la mariposita sacudió sus alitas, voló alrededor de Beth y luego se fue, persiguiendo algún rayo de sol”
Beth estaba muy emocionada y comenzó a seguir los consejos de la linda mariposa, en las mañanas se esforzaba escalando los grandes árboles para conseguir las hojas más nutritivas, que la hicieran crecer fuerte y sana, y en las tardes se sentaba a mirar a las mariposas volar entre las copas de los árboles, y nunca perdió la esperanza.
Un buen día, nuestra pequeña oruga se sintió preparada para construir su crisálida, para cuando cayó el sol ya estaba terminada, así que se acomodó en ella para dormir. Soñó con muchas mariposas que revoloteaban y con amaneceres hermosos, al despertar salió lentamente de la crisálida.
Bostezó y se sacudió como hacia siempre, al abrir los ojos notó que sobre su cabeza habían unas lindas antenitas encrespadas, se emocionó mucho al verlas, luego miró hacia atrás y sobre su espalda estaban un par de hermosas alas rojas.
¡Su más grande sueño se había hecho realidad!
Como le dijo aquella coqueta mariposita, la constancia, la esperanza y el esfuerzo, eran la receta para realizar cualquier sueño, incluso uno tan increíble como el de Beth, que ya no era más la pequeña oruga verde, sino la linda mariposa de alas rojas.
Respuesta:
Hace algunos años nació en la copa de un árbol una pequeña oruga de color verde llamada Beth, que tenía grandes ojos cafés con largas pestañas. Cuando Beth nació, todos se pusieron muy contentos, pues nunca había existido una oruga tan alegre y risueña como lo era la pequeña Beth.
Pasó el tiempo y la verde oruga Beth crecía con rapidez, pasaba las mañanas comiendo hojas, vegetales y frutas, que eran su comida preferida, y en las tardes se sentaba en las raíces de algún bello árbol a mirar a las mariposas volar bajo el cielo azul.
Las mariposas son las criaturitas más lindas que existen, tienen grandes alas coloridas, las cuales sacuden para elevarse y volar entre los rayos del sol radiante; sus ojos son grandes adornados con coquetas pestañas, y sobre su cabeza tienen antenitas que se encrespan bellamente. Las mariposas pasan el día volando de un lado a otro, tomando el sol y dándole besitos a las flores para así alimentarse con su delicioso polen.
Beth también quería tener grandes alas y volar bajo el cielo azul atrapando rayos de sol, pero ¿cómo podría? Ella sólo era una pequeña oruga verde. Así que Beth se levantaba de las raíces del árbol en el que estaba sentada, y se arrastraba lentamente hasta su casita.
Un buen día, mientras Beth comía las hojas de una pequeña planta, se posó a su lado una bella mariposa de alas violetas, para tomar el sol tranquilamente. Beth estaba emocionada y sorprendida, nunca había visto una mariposa tan cerca.
“Hola-dijo tímidamente la pequeña oruga- eres muy linda”
La mariposa de alas color violeta, sacudió coquetamente sus pestañas y le sonrió a Beth mientras se acercaba a ella.
“Gracias, tú también eres muy linda –dijo la mariposita sacudiendo con gracia sus coloridas alas”
“Yo no soy linda –dijo triste Beth- soy una simple y verde oruga, nada más”
“¡Claro que no! –aseguro sacudiendo sus encrespadas antenas la mariposita- Tienes los ojos cafés más lindos que he visto, y cuando seas una mariposa, serás una mariposa muy linda”
“¿Ser una mariposa yo? – preguntó confundida la pequeña oruga- ¿cómo puede ser eso posible?”
“Yo alguna vez también fui una pequeña oruga, como tú. Soñaba noche y día con ser una linda mariposa, volar entre las corrientes de suave aire y darle besitos a las flores para que me dieran de su suave polen, por eso siempre comía de las mejores hojas, para estar sana y fuerte- comenzó a explicar la mariposita acercándose más a la verde oruga- Fui constante y nunca deje de esforzarme o perdí la esperanza. Luego un día, mientras caía en sol, comencé a construir mi crisálida y dormí en ella… Al despertar tenía estás lindas alas violetas – la mariposita sacudió sus alitas, voló alrededor de Beth y luego se fue, persiguiendo algún rayo de sol”
Beth estaba muy emocionada y comenzó a seguir los consejos de la linda mariposa, en las mañanas se esforzaba escalando los grandes árboles para conseguir las hojas más nutritivas, que la hicieran crecer fuerte y sana, y en las tardes se sentaba a mirar a las mariposas volar entre las copas de los árboles, y nunca perdió la esperanza.
Un buen día, nuestra pequeña oruga se sintió preparada para construir su crisálida, para cuando cayó el sol ya estaba terminada, así que se acomodó en ella para dormir. Soñó con muchas mariposas que revoloteaban y con amaneceres hermosos, al despertar salió lentamente de la crisálida.
Bostezó y se sacudió como hacia siempre, al abrir los ojos notó que sobre su cabeza habían unas lindas antenitas encrespadas, se emocionó mucho al verlas, luego miró hacia atrás y sobre su espalda estaban un par de hermosas alas rojas.
¡Su más grande sueño se había hecho realidad!
Como le dijo aquella coqueta mariposita, la constancia, la esperanza y el esfuerzo, eran la receta para realizar cualquier sueño, incluso uno tan increíble como el de Beth, que ya no era más la pequeña oruga verde, sino la linda mariposa de alas rojas.
Explicación: