Respuestas
Respuesta y Explicación:
La datación de los seres vivos más antiguos de la Tierra está dando más bandazos de lo previsto. En los años dos mil dábamos la fecha de 3.900 millones de años atrás, lo que era verdaderamente notable, puesto que la Tierra se formó hace 4.500 millones de años, de modo que las primeras bacterias se habrían originado solo 600 millones de años después; y esos 600 millones de años fueron un periodo infernal de impactos de enormes meteoritos –uno de ellos nos arrancó la Luna— y otros imponderables geológicos. Estas prisas se aliviaron poco después, cuando los fósiles de 3.900 millones de años perdieron su credibilidad: en realidad se formaron por procesos geológicos comunes, sin contribución biológica. Un engaño de las piedras. La fecha más creíble para los primeros fósiles pasó a ser 3.450 millones de años atrás (casi mil millones de años después de la formación de la Tierra). Y así seguíamos hasta 2016, cuando el deshielo de Groenlandia permitió a un grupo de científicos examinar algunas de las rocas más antiguas del planeta, con unos 3.700 millones de años. Los autores concluyeron que estas rocas contenían estromatolitos, unas estructuras geológicas estratificadas que, en su día, se formaron por la actividad de las bacterias, y por tanto se consideran signos de la presencia de vida (ciertas bacterias siguen hoy formando ese tipo de estructura). Así que llevamos dos años datando el origen de la vida en 3.700 millones de años atrás (800 millones después de la formación del planeta). Y ahora la historia se ha repetido, como puedes leer en Materia. Los estromatolitos de Groenlandia eran de nuevo un engaño de las piedras, según una investigación muy concienzuda de un equipo de Estados Unidos y Dinamarca. Ahora tenemos que decir otra vez que las evidencias más antiguas de vida datan de 3.450 años atrás. En el caso de estos estromatolitos australianos, las pruebas de su origen biológico son mucho más sólidas (de hecho, fueron obtenidas por el mismo equipo que ha refutado los estromatolitos de Groenlandia). ¿Y qué?, pensará el lector. ¿Qué más dan unos cientos de millones de años arriba o abajo? La respuesta es que la datación del primer ser vivo afecta a nuestra percepción de la probabilidad de que la vida evolucione en otros planetas. Esto no es ninguna teoría estadística seria –con un solo caso en la muestra no hay forma de hacerla— pero si supiéramos que la vida se formó en la Tierra tan pronto como la geología lo hizo posible, tenderíamos a pensar que su probabilidad es alta. Eso es lo que creíamos en la década pasada, que apenas teníamos cien millones de años para generar la vida a partir de la química. Con los últimos datos, disponemos de casi 1.000 millones de años para ese proceso. Esto rebaja nuestras expectativas sobre la probabilidad. De ahí la importancia que los expertos dan a estas dataciones. La mayoría de los científicos, diría yo, creen que la evolución de la vida es un fenómeno probable en las circunstancias astronómicas adecuadas, y con la cantidad de soles que hay por ahí (200.000 millones de estrellas solo en nuestra galaxia), y el gran porcentaje de ellos que tienen planetas en su órbita, la hipótesis de que estamos solos en el universo parece cada día más extravagante. Pero la ciencia es esclava del mundo. Solo los datos nos darán la respuesta.