• Asignatura: Historia
  • Autor: molinaluka123
  • hace 2 años

Durante la dictadura de rojas pinilla ¿que problemas enfrentaron los dirigentes de los partidos politicos liberal y conservador?

Respuestas

Respuesta dada por: danifar1108
1

Respuesta:

No más derramamiento de sangre,

no más depredaciones a nombre de

ningún partido político. No más

crímenes entre los hijos de una

misma Colombia inmortal. Paz,

Justicia, Libertad para todos sin

discriminación, y con preferencia

para las clases menos favorecidas

por la fortuna. La patria no vivirá

tranquila mientras sus hijos se

hallen pobres y desnudos...

Con estas palabras simples, pero sentidas

nacionalmente, Rojas tomó posesión del

gobierno.

¿Cuál era la posición de los actores

políticos en el momento del golpe? Puede

afirmarse que, con excepción del

laureanismo, todos los secto res sufrían un

régimen de silenciamiento, de censura y

de represión abierta o velada. Los

Partidos Comunista y Liberal eran,

obviamente, los más perseguidos y, al

mismo tiempo, quienes tenían menos

opciones de participar en el juego

político. La única voz liberal era la de los

diarios capitalinos, pues como

colectividad estaba prácticamente en

receso; los tres miembros más influyentes

de la Dirección Nacional Liberal se

encontraban en el exilio: Carlos Lle ras en

México, Eduardo Santos en Francia y

Alfonso López en Inglaterra. Sólo dos

sectores minoritarios se expresaban en el

Partido: los partidarios de una respuesta

radical al autoritarismo gubernamental y

los partidarios del colaboracionismo. El

ospinismo y el alzatismo, que sufrían en

forma creciente de un aislamiento

político, colocaron en el nuevo gobierno

militar sus posibilidades de volver a

acceder a los cargos de dirección del

Estado. En el sector laureanista, aun

cuando tenían el control del gobierno,

comenzaban a aflorar fisuras ante el caos

que invadía al país, lo cual se expresaba

en forma inesperada con el apoyo

brindado por muchos de sus dirigentes al

nuevo gobierno (1).

Es, sin duda, el ospinismo el que saluda

con mayor entusiasmo el golpe. Eliseo

Arango clama con alborozo que "hoy no

tenemos sino dos jefes: el presidente de la

República, teniente general Gustavo

Rojas Pinilla y el doctor Mariano Ospina

Pérez..." (2). Esta afirmación no dejará de

tener una enorme incidencia en el futuro,

ya que los conservadores reivindicarán

este mandato como un hecho provisional

mientras se reconstruyen las condiciones

para reasumir el poder. Por su parte, el

alzatismo colo caba como titular de su

diario, un jubiloso "oh, gloria

inmarcesible" (3). El liberalismo, al

menos a nivel de su dirección y a

diferencia de múltiples interpretaciones

que le prestan un apoyo entusiasta y

decidido al golpe, lo asume con alivio (al

menos en tres ocasiones había buscado el

golpe militar en los años anteriores, en

diciembre de 1949, y en marzo y en julio

de 1950), pero ante todo con enorme

expectativa. Desde México, Carlos Lleras

Restrepo expresa al otro día del golpe que

"no hemos tomado ninguna decisión ni en

favor ni en contra", lo cual sintetiza bien

los sentimientos que predominan en los

dirección de esta colectividad. El pasado

extremadamente sectario de Rojas Pinilla

llamaba al menos a la discreción. No obstante,

en los sectores de base del Partido,

las adhesiones se produjeron de

inmediato, ya que el tono conciliatorio

utilizado por el nuevo go bierno, su

política de pacificación y de búsque da de

la normalidad institucional respondía a

sus anhelos más profundos. Lo mismo

ocurrió con los residuos del gaitanismo

que adhirieron en forma entusiasta al

nuevo régimen y permanecieron como

una de sus bases de apoyo hasta el último

día.

En cuanto hace a las Fuerzas Militares,

era casi unánime la convicción de la

incapacidad de los Partidos políticos para

sortear la situación critica que vivía el

país, lo cual estará en el origen del

"mesianismo militar" que predominará en

los años por venir. Había, además,

muchos factores de malestar institucional

que al integrarse al malestar de los

Partidos, convergerán en el golpe del 13

de junio: ante todo, el sentimiento

existente de una desproporción entre los

esfuerzos que se exigían a las Fuerzas

Militares en la lucha contra la violencia y

los recursos que se le asignaban

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