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Es sorprendente que un puñado de españoles, en un terreno desconocido y hostil, pudiera llevar a cabo la gesta de conquistar un imperio de varios millones de habitantes. Esta proeza obedece a una serie de causas que voy a tratar de desentrañar aquí:
Perplejidad de los aztecas ante la presencia de aquellos “extraños de peloclaro”: La presencia de personas tan diferentes, de piel muy blanca, algunos rubios, con barba, vestidos de forma extraña, con una lengua incomprensible y montados en unos feroces animales de gran tamaño (caballos) por los que sentían pavor; unido a sus “armas de trueno” (arcabuces y cañones), hizo que los aztecas creyeran que se hallaban ante dioses venidos del este, quizá el ansiado retorno de Quetzalcoatl (Cortés), acompañado por Tonatiuh (el rubio Alvarado), dios del sol. Esta duda impidió frenar el avance de los españoles a la llegada al continente, cuando hubiera sido más fácil. La funesta indecisión de Moctezuma II permitió que el enemigo se les metiera en casa (Tenochtitlan). Superioridad tecnológica de las armas: Los aztecas contaban con escudos, mazos y lanzas de madera con incrustaciones de obsidiana, flechas, cuchillos de obsidiana y piedras o instrumentos de piedra; por el contrario, los españoles contaban con armas de fuego, como el arcabuz, cañones, armaduras y espadas de acero. Las diferencias eran notables, además, los españoles estaban acostumbrados a la guerra en Europa y África, en la que la consigna era matar; sin embargo, el soldado azteca no tenía como objetivo matar, se contentaba con apresar al enemigo para su posterior sacrificio. Alianzas con otras tribus: La inteligencia estratégica de Cortés fue determinante en la conquista. Al darse cuenta del malestar de las tribus cercanas a los aztecas, que los odiaban por estar sometidos a ellos y tener que pagarles inasumibles tributos, Cortés negoció con ellos, les prometió acabar con la fuerza azteca a cambió de ayuda en la empresa. Así, el extremeño reunió un ejército de miles de indios que no dudarían en ensañarse contra el poder que les había estado oprimiendo. Enfermedades: Esta fue una causa más determinante de lo que se pudiera pensar. La llegada de los españoles trajo consigo ciertas enfermedades para las que los aztecas no tenían defensas: la lepra, el tifus, una simple gripe, y especialmente la viruela y el sarampión acababan en poco tiempo con la vida de los nativos. Lo que para los españoles era un simple resfriado o unas molestias sin importancia, para los indígenas de toda América fue una epidemia devastadora que ayudó a definir el destino de aquellas gentes.Desestructuración del Imperio. Consecuencias: Es evidente que con el fin del imperio azteca en 1521, la vida en México cambió drásticamente para los aztecas. Los españoles, con su nula ética en aquella época, legalizaron el uso y abuso de indígenas para el trabajo agrícola (encomiendas) a cambio de adoctrinarles en la fe cristiana; esta delicadeza afectaba a las generaciones presentes y a las posteriores. Estos abusos fueron reducidos con el tiempo por la labor de algunos religiosos españoles y por la mediación de la Corona de Castilla.
Ante esta nueva vida, sometida a la barbarie de los españoles, los aztecas cayeron en un estado generalizado de desgana, sintiendo que sus dioses les habían abandonado y que su futuro se presentaba muy oscuro, tomaron 2 caminos: algunos se convirtieron al cristianismo y abrazaron la fe católica, hicieron lo posible por adaptarse a las nuevas circunstancias; otros abandonaron toda esperanza y organizaron suicidios colectivos, infanticidios, etc…