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persona. Años más tarde, Cicerón (106-43, citado por Cerdá, 1985) definió
el término personalidad, enfocándose desde cuatro diferentes significados:
a) la forma en cómo un individuo aparece frente a las demás personas; b) el
papel que una persona desempeña en la vida; c) un conjunto de cualidades
que comprenden al individuo; y d) como sinónimo de prestigio y dignidad,
mediante el cual se asignaba el término persona de acuerdo con el nivel
social al que se perteneciera.
Los cuatro significados que históricamente se han dado al concepto de
personalidad están relacionados en gran medida con lo anterior, ya que se
relaciona con las características de personalidad que se pueden evidenciar
en una persona, debido a que en un comienzo se parte de la observación,
es decir, la parte externa o superficial de un individuo (máscara) hasta llegar a tener la capacidad de identificar las características internas del otro.
Siguiendo con la época clásica, se dio un auge en la cantidad de significados
del concepto de personalidad; según Cerdá (1985) uno de estos conceptos
está adherido a la Santísima Trinidad, entendido como algo sustancial
y no asumido, es decir, que no se construye sino que se encuentra en sí
mismo, hace parte de su esencia. Por otra parte, en la filosofía medieval se
fue perfilando el concepto y de igual manera se involucraron de manera
novedosa aspectos éticos y distintivos del individuo, lo que permitió incluir
una mayor cantidad de elementos característicos de la persona y no solo
aspectos generales.
De acuerdo con lo anterior, los primeros teólogos relacionaron los términos persona y esencia, por lo cual Boecio en el siglo VI sintetizó estos
dos conceptos para dar origen al término de personalidad, con el que se
define a la persona como una sustancia individual, racional y natural. Es
ahora cuando se incluye el atributo de la racionalidad, dando así origen a
un gran ramillete de definiciones filosóficas, en donde principalmente se
encuentra a Santo Tomás de Aquino, quien exalta al individuo por encima
de la realidad, pues pensaba que nada podía ser superior a la realidad que
el ser posee (Allport, 1970a).