importancia de el comercio durante el imperio arabe

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Respuesta dada por: glovalciver
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Respuesta dada por: nicxonhernandez0413
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mundo islámico de los siglos VIII al IX fue un inmenso espacio mercantil relativamente homogéneo y abierto en su interior a las actividades del gran comercio a media y larga distancia practicado con técnicas que son propias del capitalismo mercantil aunque el sistema económico en su conjunto no era capitalista como lo demuestra su base productiva agraria y la procedencia de la mayor parte de la renta. Por otra parte, el pensamiento religioso no mostraba reticencias hacia el beneficio y lucro mercantiles (kasb), aunque sí condenara la usura (riba), y el mercader sincero es una figura social reconocida y alabada en diversas tradiciones de la Sunna: los mismos orígenes del Islam y la importancia del comercio caravanero y de las ciudades llevaban a este aprecio e integración sociales, tan lejano, por ejemplo, de lo que ocurría en el occidente europeo por los mismos siglos. Aquel comercio no tenía por objeto "tanto estimular la producción para la exportación como realizar el máximo de beneficio, especulando con las diferencias de precios, y procurar a los que facilitaban los capitales los productos propios del poder y del confort" pero tuvo también la potencia e intensidad suficientes como para tratar con productos de necesidad más general, indispensables a menudo para el abastecimiento de las poblaciones urbanas. Una sencilla enumeración hace ver la importancia de sus diversos aspectos: por una parte, seda china, maderas preciosas de la India, marfil indio o africano, ámbar, alcanfor, perfumes. Pero también oro, que no era un producto de lujo sino indispensable para la estabilidad del régimen monetario, minerales, sobre todo hierro, productos metalúrgicos y madera, indispensables para cubrir déficits productivos interiores. Y esclavos en gran cantidad que cumplían funciones importantes en una sociedad siempre escasa de hombres: turcos, eslavos, zany traídos de la costa este africana. Además, se utilizaba las redes comerciales para redistribuir productos agrarios y manufacturas, algodón, textiles, metalurgia, etc., entre unas y otras regiones del mundo islámico. Las técnicas mercantiles no son nuevas, pero, como ocurre en otros campos de la historia islámica, entonces se perfeccionaron y difundieron mucho más. Entre las de transporte, recordemos la sistematización de puntos de etapa, almacenamiento y venta, plasmada en khans o caravanserrallos, almacenes y alhóndigas o funduq, alcaicerías, etc., o, en el ámbito marítimo, la introducción en el Mediterráneo de la vela latina, propia hasta entonces del Océano Índico, de la brújula y de diversos cálculos astronómicos de posición, también de origen oriental. Entre las técnicas asociativas para acumular trabajo y capitales en una misma empresa, el Derecho islámico describe algunas ya conocidas antes: la madaraba o qirad era semejante a la commenda pues aliaba a un socio capitalista con otro técnico y ejecutivo; la sirka era otro tipo de sociedad, en la que todos sus miembros participaban en la propiedad de las mercancías. El sistema monetario respaldó durante siglos el desarrollo e incluso la supremacía mercantil del Islam, debido al buen abastecimiento en oro y plata y a la abundancia y fluidez de las acuñaciones que, en el Próximo Oriente, permitieron mantener el bimetalismo aunque se percibía la diferencia zonal en función de los dos sistemas que el califato heredó, el de los sasánidas, basado en la plata, y el de los bizantinos, que lo estaba sobre el oro. La relación oro-plata solía ser 1:10 y las monedas principales el dinar de oro de 4,25 gramos y el dirhem de plata de 2,97, además de piezas de cobre (fals), también imitadas de antiguos tipos romanos. La abundancia de oro creció en el siglo X lo que permitió efectuar acuñaciones en áreas hasta entonces sólo argénteas -caso de al-Andalus-, cuando el mundo islámico recibía oro de casi todos los puntos de producción (Africa subsahariana, Nubia, Armenia, Cáucaso) además de contar con el atesorado en siglos anteriores por bizantinos y sasánidas. Se utilizaron también diversos medios de créditos y pago pues algunos mercaderes eran también cambistas (sayrafi) o prestaban a crédito, y se conocían procedimientos de transferencia de fondos (suftaya, hamala) que anticipan lo que sería siglos después la letra de cambio, y órdenes de pago (sakk) antecedente de los cheques, aunque tanto unos como otras tenían un uso limitado al campo de la fiscalidad pública. Los mercaderes dedicados al gran comercio no intervenían directamente en los mercados locales; su especialidad era el comercio exterior y los productos, una vez pagadas las aduanas, se almacenaban en alhóndigas donde los adquirían los comerciantes locales en transacciones acompañadas por nuevas tasas sobre el tránsito y compraventa.

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